Opinión

La ONU y los refugiados

Rajoy se encuentra en Nueva York para asistir a la reunión del Consejo de Seguridad que corresponde presidir a España. Un viaje importante porque el Consejo debe debatir y aprobar algún tipo de resolución sobre los refugiados, el asunto que en este momento atrae la atención de la mayoría de los gobiernos del mundo, sobre todo los que pertenecen a la UE, más Turquía y los países limítrofes con aquellos que sufren las consecuencias de guerras civiles y el terrorismo islamista.

El drama de los refugiados golpea con fuerza a cualquier ciudadano que tenga una mínima sensibilidad. Por la tragedia que sufren  todos y cada uno de los millones de personas que hoy huyen en condiciones desesperadas para escapar de algo peor que la muerte, y también porque la historia de los sirios, iraquíes, libios, nigerianos, y habitantes de otros lugares asolados por la violencia más exacerbada,  pertenecen en muchos casos a sociedades que parecían estables, libres, con ciudadanos preparados para luchar contra los avatares de la vida, con profesionales que miraban el futuro con esperanza y cuidaban de la educación de los hijos.

Todo eso ha saltado por los aires con la aparición del Daesh o con los apoyos incomprensibles que han recibido personajes como Bashar El Assad en Siria, tan elogiado hace pocos años por los más solventes gobernantes internacionales, y que hoy no ha dudado en utilizar métodos de crueldad extrema para deshacerse de las fuerzas opositoras, igualmente crueles. A todo ello se suman las atrocidades del Daesh, las persecuciones religiosas… y la insensibilidad de una Unión Europea que se ha mostrado incapaz de aprobar una política de acogimiento y ayuda a los refugiados, alegando cuestiones de seguridad para imponer restricciones a la entrada de los que escapan del horror. Los controles son absolutamente necesarios para impedir entrada de yihadistas… pero nadie puede pensar que la UE no cuenta con métodos adecuados para hacerlo.

La ONU tampoco ha estado a la altura de las circunstancias, y ha aceptado lo inaceptable, como otras instituciones y organizaciones internacionales no están dando la talla ni de lejos. Hace muchos años de ellos, pero ahora se nota más, cuando son necesarias medidas serias, rigurosas, contundentes y valientes.

La intervención de Rajoy en el Consejo de Seguridad debería reflejar el sentimiento generalizado de los millones y millones de ciudadanos del mundo que no se sienten identificados en absoluto con los partidos populistas racistas, que desgraciadamente tanto creen, y que desean  que la ONU aprueba políticas activas para atajar el problema de los refugiados. Y ese discurso, si se produce en el sentido que tanta gente espera, debería tener continuidad con hechos. No puede quedarse en palabras.  Precisamente la falta de hechos es lo que incrementa el desprestigio creciente de una Organización de Naciones Unidas que hoy apenas sirve para algo más que para dar trabajo y sueldos a un número abusivo, en exceso, de funcionarios.

Te puede interesar