Deutschland, Deutschland uber alles, Alemania por encima de
todo, canta desde 1841 el himno nacional alemán compuesto por el
músico Joseph Haydn. En este otoño de 2011 tal posición predominante
sobre los demás países europeos se ha hecho patente en la economía,
Alemania es el único país que aguanta los embates de la crisis, que
resiste la tormenta, Irlanda, Grecia, Portugal e Italia ya han
zozobrado. Y la canciller Angela Merkel, se ha convertido en el
timonel que conduce la nave y se afianza como líder no sólo europea
sino mundial, así lo constata la prestigiosa revista norteamericana
Forbes.
Alemania y Angela Merkel lideran Europa en estos tiempos de
tribulación. En Rashomon, una obra maestra japonesa realizada en 1952
por el gran director Akira Kurosawa, cada uno de los personajes de la
trama contaba de forma diferente un mismo suceso trágico y el relato
cambiaba de sentido según el punto de vista del narrador. Eso en la
famosa ficción cinematográfica, en la cruda realidad actual,
desgraciadamente la crisis económica que nos embarga es igual para
todos: tras la caída de Irlanda, Grecia e Italia, el contagio acecha a
España mientras Francia y Bélgica comienzan a tambalearse.
El problema acuciante de la deuda soberana se extiende por Europa entera como un
Leviatán y no es una exageración la comparación bíblica. La sólida
República Federal Alemana, próspero y potente país central de 82
millones de habitantes, corazón del Continente, que tiene fronteras
con siete estados europeos, ha entrado en un círculo virtuoso bajo la
dirección de Merkel y es el único asidero al que puede agarrarse la
Unión en este momento aciago para la vieja Europa.
La dirigente de la CDU (Unión Demócrata Cristiana), Angela Dorothea Merkel, de 57 años,
Magie para los amigos, nacida en Hamburgo, fisicoquímica de profesión,
hija de un pastor protestante, que vive como una inquilina más en una
casa de cuatro plantas en Berlín, canciller de Alemania Federal desde
el 22 de noviembre de 2005, hace honor a su reputación de dama de
hierro resuelta y firme. No se para en discusiones estériles de si hay
que hacer una Alemania europea o una Europa alemana, tira por la calle
de en medio y toma las decisiones que cree oportunas para su país en
primer lugar y en segundo término para el conjunto de los Veintisiete,
su hinterland podríamos decir forzando las cosas. Por ejemplo, y el
ejemplo es elocuente.
Consciente de su poder, se ha negado en redondo
estos días a que el Banco Central Europeo (BCE), sostenido en su mayor
parte por Alemania, intervenga para ayudar a los bancos nacionales y
sustentar la deuda de los estados en dificultad de la eurozona como
viene haciendo. En vez de ello, propone una reforma de los tratados a
fin de que se pueda sancionar a los países que incurran en deudas o
déficits y exige la austeridad como único medio de salvación agitando
el espantajo de la bancarrota. Se ha erigido en vigilante y guardián
de Europa.Esta vez el tándem que forman Merkozy, Merkel-Sarkozy, que ya parecía
dirigir la Unión no funcionó a causa de los intereses opuestos de
ambos líderes nacionales.
Mientras, el presidente francés, inquieto por los
avatares de su deuda soberana -Francia está a punto de perder la
máxima calificación, la triple AAA- se mostró en desacuerdo con la
política económica de la canciller y abogó por un acceso más fluido a
los fondos del Banco Central Europeo que dirige Mario Draghi, quién acaba de hacer que la institución
crediticia ejerciera esta misma semana su función estabilizadora
comprando deuda para ayudar primero a España, a la que salvó del
hundimiento, y a otros países europeos bajo la mirada severa de Merkel
que no aprueba asistencias como ésta y recomienda en cambio rigor y
sacrificios. Nos hallamos en el peor momento desde la Segunda Guerra
Mundial, alertó seriamente.
La situación es tan crítica que el
presidente Barack Obama intervino desde Honolulu para sugerir que
Europa tome un plan concreto de medidas que envíe una señal clara a
los mercados. Ahora bien, ¿estamos a tiempo para estas grandes
maniobras? No lo parece, la sensación tras días de gran incertidumbre
y después de leer las opiniones de los expertos económicos, que
rivalizan en catastrofismo, es de inestabilidad, como si el suelo
estuviera a punto de deslizarse bajo nuestros pies. Los lunes nos
despertamos preocupados y vamos inmediatamente a ver a Internet y a
las redes sociales si el vasto entramado económico-bursátil del
capitalismo europeo se mantiene. La crisis de la deuda soberana
alcanza ya a doce de los diecisiete países del euro, sólo Holanda,
Finlandia, Luxemburgo y Estonia, naciones menores, quedaron sin
contaminar.
No tengo que recordarles que los gobiernos de Grecia e
Italia han caído y que se han elegido en cada uno de estos países
mediterráneos sendos dirigentes tecnócratas que inician su difícil
singladura, Lukas Papademos en Atenas y Mario Monti en Roma.
El voluntarismo ha desaparecido del Mediterráneo democrático, tenemos
curiosidad por saber lo que consigue el frío tecnicismo y como van a
repercutir sus medidas drásticas en el Juan Nadie europeo. Por si
fuera poco, la Comisión Europea no consiguió poner cortapisas
importantes a las tres grandes agencias de calificación,
Standar&Poors, Moodys y Fitch, que ponen nota a los países y
empresas según que sus legislaciones respectivas permitan hacer
pingües negocios financieros o no, un verdadero escándalo se mire como
se mire. En principio destinadas a valorar el riesgo de los inversores,
estas agencias de notación, que controlan el 90 por ciento del mercado, ejercen
de hecho una dictadura inapelable cuando emiten sus dictámenes.
La Unión Europea acaba de ponerles algunas cortapisas, como
la prohibición de publicar los cambios de nota desde una hora antes de
la apertura de las Bolsas y durante la sesión, aparte de que cuando
una de estas agencias decida modificar la nota de un país o de una
empresa, deberá comunicárselo un día antes. Siento que la actualidad
sea tan pecuniaria, bursátil, económica, pero de su comprensión
depende nuestro oscuro futuro. Esta actualidad es difícil de alcanzar,
como la línea del horizonte que se aleja a medida de que te aproximas
a ellas.n