Cuando Mariano Rajoy llegó a La Moncloa, la deuda pública se situaba en torno al 60 por ciento del PIB. Desde entonces no ha parado de crecer hasta alcanzar el 100% de la riqueza nacional. Esto quiere decir, ni más ni menos, que estamos endeudados hasta las cejas y que la herencia que vamos a dejar a nuestros sucesores son pagarés a medio y largo plazo que ya verán ellos como se encargan de devolver, porque por ahora no hay visos de que la situación vaya a enderezarse si el pronóstico es reducirla a lo largo de este año al 98,8%. Cuando el Gobierno hace el repaso de sus logros económicos siempre se olvida de mencionar el billonario detalle de la deuda pública, de la misma manera que pasa de puntilla sobre la precariedad y temporalidad de los empleos. Pero aunque traten de ocultarlo el dinosaurio seguirá ahí cuando despertemos.
