Todos los genios tienen una pléyade de gente que les idolatra porque no los conocen de cerca y quien los odia porque les han conocido. El genio artista y la persona malvada son, a menudo, dos caras de la misma moneda. Pero ante sus obras se hace abstracción de sus hechos. Picasso ha visto escrutada su vida desde todos los ángulos. Por eso se sabe que el artista era roñoso y que no se prodigaba en regalos de sus obras. Por eso hay dudas sobre la versión de su electricista de que le regalara los 271 dibujos que ha guardado durante 40 años. El caso es que ahí están, que no se han perdido. Sólo por eso Pierre Le Guennec merece un reconocimiento y no una querella.
