Quien haya visitado Polonia como turista y haya realizado una de las actividades inexcusables de esa actividad, visitar todas las iglesias que se encuentre a su paso, habrá comprobado con sorpresa que las puertas se abren con solo empujarlas a cualquier hora del día. Incluso encontrará personas en actitud devota. El papa Francisco ha pedido que las iglesias y parroquias se mantengan abiertas en todo momento. La propuesta es de envergadura y un reto para los católicos, desde los sacerdotes a los diáconos y a los fieles de cualquier condición. Se dirá que no hay vocaciones suficientes, que es preciso salvaguardar su patrimonio artístico, que es un reto irrealizable. Pero ni la fe ni el consuelo están sujetos a horarios. Francisco vuelve a tener razón.
