Opinión

El buen samaritano y el no tanto

Nadie se acordaría del Buen Samaritano si sólo hubiera tenido buenas intenciones; también tenía dinero”. La parábola del Buen Samaritano es narrada por Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son las virtudes que guiarán a los hombres. Enseña también que, cumplir el espíritu de la ley, es mucho más importante que cumplir la letra de la ley. Pero ¡hete aquí!, apareció el samaritano ourensano.

Asistimos en los últimos días, en la ciudad de Ourense, al penúltimo sainete de declaraciones cruzadas, cuando lo que procedería es el consenso, dado el loable objetivo del que resulta ser el polémico “programa de bonos”: El ayuntamiento aportará diez millones de euros que recibirá el vecindario, a razón de cien euros por ciudadano. Y la oposición se le echa encima y le tacha de “mezquino” por utilizar como baza electoral unas ayudas –eso sí- aprobadas en 2020 por unanimidad de los grupos. Lo que hace el alcalde, cual samaritano, es activar ese bono aprobado hace casi tres años, a propuesta de grupo Popular, hoy oposición. La ayuda tenía como objetivo los comerciantes, aunque hoy también los consumidores están pasándolas canutas…, por mor de la inflación, y también se benefician al disponer de cien euros en el bolsillo.

La preocupación es latente aún a sabiendas que sí, disponemos de un samaritano en Ourense con dinero en caja -¡quién lo diría!-; pero no sabemos de sus intenciones, aunque se intuyen. Claro que es buena la intención de contribuir con el pequeño, gran comercio familiar y de calidad de Ourense; al tiempo que le damos un pequeño alivio, no muy equitativo -por ser lineal la donación- al vecindario con los cien euros. ¿Es buena la intención de nuestro samaritano con esa activación del bono después de casi tres años y en vísperas de un proceso electoral que le incumbe directamente? No sé, estimado lector, cuál será su respuesta. La mía me la sopla Neme al recordarme que “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”, lo que no concuerda con el Buen Samaritano, pues en Ourense la intención es oportunista, no de caridad ni misericordia.

Sí, que no deja indiferente a nadie, como se pudo y puede comprobar, tan pronto salió a la luz la noticia. Y mala nunca es, aún la inoportunidad del momento, después de años. No se concedió en el momento más álgido de la pandemia, que para eso se aprobara; y en estos momentos hay otros colectivos de personas que están necesitados de ayudas económicas. Y tanto para un colectivo, como para otros, estas ayudas no dejan de ser “pan para hoy y hambre para mañana” si no van implementadas con otro tipo de ayudas y/o medidas. Pero esto ya es harina de otro costal.

El caso es que tenemos en Ourense un samaritano con dinero público, que no seré yo quien dude de sus loables intenciones políticas, que maestr@s de ceremonias hay “dabondo” en el ayuntamiento de Ourense. Aunque resulte paradójico, siendo esto la madre del cordero, que quien presidía y sus componentes, que hoy son oposición y antes Gobierno, dejaron surtidas las arcas municipales, con más de un año presupuestario a disposición del que entrara. Propiciaron un samaritano, no un Buen Samaritano, que topó la caja llena, cuando lo tendente es que el recién llegado se la encuentra vacía o con deudas. ¡Albricias!, ¿me dará tiempo a gastar tanto?, se preguntaba el no tan buen samaritano.

He leído que la parábola del Buen Samaritano es de las más famosas del Nuevo Testamento, con el significado actual de una persona generosa y dispuesta a ayudar. Todo un símbolo de fraternidad humana. Pero en el caso de Ourense, el no tan buen samaritano ostenta el don del rescate del dinero y la sospecha del oportunismo electoral, disfrazados de ayuda y generosidad. Y más cumplidor de la letra de la ley, no tanto de su espíritu. Es que hay Samaritano y samaritanos, o el Buen Samaritano y otros que lo emulan…

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