Opinión

Filosofías estoicas, tras el 23J

Tranquilidad! No voy a escribir sobre filosofía -huyo de lo que no sé-, entre otras consideraciones para no hacer el ridículo; y, además, mi intención en esta sección es más simple e informal, cual es dar y crear estado de opinión a través de artículos. La filosofía es mucho más, cual tomar el pensamiento racional para darle sentido o razón a la realidad, según definición. Pero qué quieren que les diga si encuentro ante mí un artículo que no sólo llama mi atención, sino que involuntariamente me incita a leerlo con reflexión: “Estoicismo, ¿una filosofía sólo para las clases altas?” Les diré que muy poco había leído sobre estoicismo, aunque sé desde hace tiempo que el “estoicismo es valeroso para tiempos de penuria”. ¡Eso sí!, leí el artículo y recapacité, llegando a la conclusión de identificarme con las prédicas estoicas y para nada digo sí a la pregunta: ¿Es una filosofía sólo para las clases altas? ¿Cómo puede ser si las filosofías estoicas son para tiempos de penuria?

Hace años tuve un regalo que ahora, en el discurrir del tiempo y tras la lectura del artículo mencionado, me cercioró de que la dedicatoria es estoica: “Dios me conceda serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que pueda y sabiduría para conocer la diferencia”. ¡Pues sí!, estamos en tiempos de tribulaciones, y cuando esto sucede, san Ignacio de Loyola nos recomendaba no andar con mudanzas. No es menos cierto que cuando nació el estoicismo se vivían tiempos convulsos, atribulados. Hoy, no sólo penuria, sino complejidad política en el escenario español, tras el 23J.

Sí, en pleno siglo XXI, la ciudadanía en general vive muy preocupada y angustiada; se observa en la cantidad de gente que necesita acudir a consultas y atención a su salud mental, pues no en vano la pandemia nos dejó preocupaciones de todo tipo, a los ya cotidianos sufrimientos de la llegada a final de mes, trabajo, cambio climático, etc. Vivimos, como bien dice el artículo, en una compulsividad constante. Y si estoicismo es sentir sosiego interior, calma, etc., no alcanzo a entender que la modernidad, con las políticas que la hicieron posible, no pueda ser atractiva para los estoicos. Si la virtud de los estoicos tiene que ver con la excelencia y con alcanzar el potencial al que se está destinado, por otra parte se predica que en tiempo de comercio electrónico y de “likes”, los estoicos desprecian el consumismo… y las veleidades de la fama.

Llegado a esta altura expositiva cabe preguntarse si ustedes, los vecinos y amigos, yo mismo, practicamos en nuestras vidas personales y familiares, y de relación social, filosofía estoica o simplemente doctrina estoica. Seguro que sucede y de manera involuntaria. De hecho, cuántas veces hemos oído que “estamos de paso en esta vida, que la muerte es inevitable” por lo que deberíamos aprender a vivir… ¡Pues bien!, celebradas las elecciones legislativas del 23J y abocados a unas nuevas elecciones o más Frankenstein –no es un bautismo mío, sí del señor Rubalcaba-, no estaría de más, por parte de todos los actores políticos principales en la contienda, apelar a la teoría política en el estoicismo. No en vano los estoicos veían en el ser humano, en su condición natural, un ser racional y un ser social. ¿Lo somos o no, o sólo triunfa por encima de todo y ante todo el interés político partidista? Yo que creo que sí, este último sentimiento…

El estoicismo sirvió para navegar en tiempos difíciles y convulsos; pero esto es lo que sabemos en el desarrollo de la cultura romana. ¡Ah!, pero los romanos se caracterizaban por su ética y disciplina. Tras las elecciones del 23J hay necesidad de mucha dosis estoica para resolver la situación y no somos romanos. Pero en mi modesto entender y, sobre todo en el del inefable profesor Neme, existe en la política actual demasiada ausencia en el cultivo de las virtudes. Entramos en un tiempo de preocupación, después de que una victoria nunca resultara tan amarga, pero victoria al fin y al cabo. Aun así, están en el alero unas nuevas elecciones. En el “Diario filosófico estoico” leo –no es de mi cosecha- que habrá que preguntarse tres cosas: “Qué hice mal, qué hice bien y qué puedo hacer mejor si vuelve a suceder”. Las expectativas no se han cumplido ni de lejos. En los momentos que vivimos se hace necesario mucha filosofía estoica, porque no sólo es necesaria para tiempos de penuria, que también.

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