Opinión

¡Ay Maruja!

Regresa Maruja Torres. Dice volver a España “excitada para luchar contra la extrema derecha, y a salvar al juez”. Justifica ella, la salvadora, que le “excita regresar” en un momento que le recuerda a cuando España comenzó a quitarse la dictadura. ¡En fin!, Maruja vuelve porque puede, y porque puede vuelve. Bien Maruja, que de heroínas escaseamos, y aun cuando tu duradera estancia en Beirut pudo haber cambiado tu siempre bien pertrechada conciencia social, te has dado cuenta que no basta sólo con saber, ni es tampoco suficiente querer; lo que se deba hacer hay que procurarlo a pie de obra. ¡Y tú vuelves! para espantar la maldad de la duradera extrema derecha que, cada vez más, se comporta como auténtica derecha extrema.

Regresa Maruja, aunque nunca podrá despedirse de Beirut, que le mantiene embelesada. “Vivir aquí me ha dado magia, me ha dado vida y otra forma de mirar y comprender que las cosas son diversas, que hay que ponerse en el lugar de muchos y no sólo del otro”, se explica Maruja. “Estamos viviendo un momento en el que la extrema derecha, que nunca se ha ido de España, se cambia, se mimetiza y se hace centrista”, opina Maruja. “Tengo la impresión que me estoy perdiendo algo en España”, concluye.

Pues sí, Maruja. Si siguieras quedándote en Beirut, continuarías encandilada de la capital escogida, pero habrías perdido la oportunidad de reencontrarte con cuatro millones de parados en el país que te ha parido. Pero a cambio -por eso cualquier vuelta siempre es de agradecer- sabrás de primera mano las teorías e hipótesis de tus admirados, idolatrados y salvadores ¡progresistas! de la patria. Te lo digo así, ya que uno sólo conoce Beirut por las referencias de amigos libaneses, por lo que me embargan dudas de si estando allá te alcanzarían las cientificidades, que hoy nos impregnan por aquí los camándulas de siempre, que seguro no los desconoces.

Sí, en España -¡menos mal que vuelves!, Maruja- Pilar Rahola avisa que “en la época en la que comía pollo notaba que me crecían las tetas”. ¡Ten cuidado Maruja!, ahora al llegar, para una causa tan ennoblecedora, a que te coja el pollo. Y no sólo eso, que los males nunca vienen solos; sino que regresando con la justa intención de salvapatrias, te conviertas en adalid de los débiles y, de paso, puedas encontrarte con más homosexuales y calvos de los que pensarías encontrarte. Aunque comprendo, Maruja, que tales cosas para una progresista, tanto da que hasta da lo mismo. Pero si continuases impertérrita en Beirut no te enterarías -¡o vaya usted a saber!- que Don Evo Morales, el progre que hace meses llegó a España para dar un mitin en Leganés y lo pagó el Gobierno español, relaciona el pollo y los transgénicos con la homosexualidad y la calvicie. ¡Maruja!, no te vuelvas loca si, recién llegada a España, observas a todos calvos: no es que hayas tardado en venir desde tu Beirut mágico, ni pienses que los hombres se hayan puesto calvos defendiéndose de esa extrema derecha reconvertida en centrista; no, es que hubo un ministro de Zapatero (no sé si es de los tuyos) que nos recomendó comer pollo, y ya sabes la sentencia de Evo Morales.

Maruja, haces bien en volver para que se visualice tu lucha contra las injusticias. Los de tu banda, y los del mismo bando, ven injusticias en la justicia; ¡y están que no paran!. Van contra el Supremo, y a tu llegada encontrarán un nada desdeñoso refuerzo; ya verás como los de la justicia observarán lo que cuesta un peine. ¡Y te enterarás! de que la geología iraní demuestra que las mujeres son culpables de los terremotos. No, que no se trata de los terremotos que están armando a las puertas de los palacios de Justicia, que los justicieros nunca deben perder sus composturas. Tampoco se culpabiliza de los movimientos sísmicos a los sindicatos que, quizás ociosos, pasan a movilizarse en apoyo, ¡ellos también!, del juez; y los cuatro millones de parados que vayan al pairo.

¡Y llegas tú Maruja!, excitada, rauda y capaz, a tiempo de conocer otra nueva: que Pajín pronostica que “el velo es un símbolo de identidad cultural”; pero tú, culta de nuestra incultura, no puedes quedarte con la impresión de que estás perdiendo algo de España. Vuelves por una causa justa, fruto de la injusticia de la justicia. ¡ay…, Maruja!

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