Opinión

Francia (y Europa) se la juega

Si el candidato Emmanuel Macron consolida los resultados de la primera vuelta, suma a los socialistas que no votaron a Benoit Hamon y a los seguidores de Manuel Valls y a quienes sigan las instrucciones del partido, se apunta el voto de Los Republicanos que defiendan los valores de la República y no se hayan dejado seducir por las propuestas ultraderechistas de Marine Le Pen, aunque haya dulcificado algunas, el de todos aquellos que no se hayan dejado engañar por las noticias que intentan influir en el sentido del voto, y si algunos partidarios de Melenchon no hacen caso a sus consignas, podrá ganar las elecciones con un resultado suficientemente amplio como para pensar que se ha conjurado el riesgo de que Francia, país fundador de la Unión Europea, del euro y presente en todos los proyectos europeistas, acabe planteámdose un “Frexit”.   

Sin embargo, dando por hecho la victoria de Macron, el Frente Popular seguirá ahí, con su populismo aztemorizador hacia lo diferente, la globalización y el proyecto europeo , lo musulmán identificado con el terrorismo, como si Francia no fuera una sociedad y una democracia acrisolada capaz de resistir no solo los embates del terrorismo islamista que ha sufrido, sino de plantarle cara con todos los resortes del Estado de Derecho. Marine Le Pen ha conseguido alterar la agenda política francesa al introducir unos mensajes que en tiempos de desconcierto han calado en todos los partidos y que se han colado con un cierto éxito en el debate social y al que los partidos tradicionales no han sabido responder porque comparten los mismos temores explicitados por la dirigente ultradrechista disfrazada de defensora de las clases populares, y no le han dado la solución adecuada. Su padre consiguió en la segunda vuelta el 20% de los votos. Ella puede conseguir el 40%.

Tras las elecciones presidenciales vendrán dentro de poco las legislativas y Emmanuel Macron y su “France, en marche” carecen de la estructura partidaria necesaria para abordar este reto con garantías de éxito para llevar a cabo un programa económico que es más liberal que social en línea con su proyecto cuando era ministro del Gobierno socialista de François Hollande. No se puede descartar por tanto un nuevo periodo de cohabitación que no será fácil de manejar.  Francia sin estar en la UVI, se ha convertido en un enfermo crónico de la crisis con una economía que no termina de despegar, y que ha de cuadrar el círculo de tratar der satisfacer a una parte de los indignados, insumisos, víctimas de la crisis, y a quienes pretenden reflotar los valores republicanos sin caer en la demagogia y quienes abogan por la cirugía económica. No tendrá fácil convencer a quienes se han dejado embaucar por los cantos de sirena lepenianos , de carácter ultranacionalista y pretendidamente recuperador de la soberanía cedida a las instituciones europeas, y también a quienes le consideran el candidato de las élites económicas y que será incapaz de recuperar el lugar de contrapeso frente a Alemania. Todo se verá a partir del lunes.       

Te puede interesar