Opinión

Terror en Nueva Zelanda

Un supremacista blanco, el australiano de 28 años Brenton Tarrant, al parecer con otros cómplices, ha sido el autor de la mayor masacre en Nueva Zelanda desde la II Guerra Mundial. El presunto autor de los hechos, detenido por la policía del país ha causado medio centenar de muertos en el ataque a dos mezquitas en la ciudad de Christchurch, capital de la isla sur del país, mientras tenía lugar la oración de los viernes.

El horror y la conmoción se han apoderado de un país caracterizado por su multiculturalidad. La reacción de repulsa de la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, es toda una declaración de los principios que informan la convivencia en un país de aluvión construido sobre la mezcla y el mestizaje de ciudadanos de procedencia diversa: “Representamos la diversidad y la compasión, un hogar para aquellos que comparten nuestros valores, un refugio para aquellos que lo necesitan. Y esos valores no serán vapuleados por estos ataques. Somos una nación orgullosa de más de 200 orígenes étnicos y 160 lenguas”.

Y en este crisol de razas, culturas y religiones pululan los terroristas de ideología de extrema derecha que pretenden imponer los conceptos de los WASP que se creen propietarios en exclusiva de este país que cuenta con una moderna ley de inmigración y que cada año necesita decenas de miles de personas para ocuparse de las tareas agrícolas.

El método utilizado por el terrorista blanco ha sido el mismo que se ha visto en otras ocasiones realizados por miembros del Estado Islámico y otras organizaciones yihadistas en el ataque a iglesias cristianas, aunque en este caso el autor se considera influido por el atentado del terrorista noruego Anders Breivik que disparó contra los jóvenes del Partido Laborista en la isla de Utoya.

El alcance del atentado ha sido magnificado por la retransmisión en directo de la matanza que ha realizado el propio autor. Las redes sociales más importantes se han apresurado a retirar el mayor número de imágenes relacionadas con el atentado, porque pueden inducir a la emulación a otros ultraderechistas en otros lugares. Ese es el motivo por el que las autoridades británicas y francesas, por ejemplo, han extremado la vigilancia sobre los lugares de culto de otras religiones y han pedido a sus fieles que se muestren alerta. Máxime cuando el terrorista detenido ha basado su acción en el deseo de “vengar miles de muertes causadas por invasores extranjeros”, algo que no se compadece con la realidad porque la mayor parte de las víctimas de atentados islamistas son los propios musulmanes. 

La mención en las armas utilizadas en la masacre a “Pelayo” el mítico iniciador de la Reconquista, y al neonazi que causó la muerte al joven Carlos Palomino debe llevar también a las autoridades españolas a aumentar las labores de preventivas frente a los grupos nacionales de esa ideología.

Te puede interesar