Opinión

Últimos plazos

La "premier" británica, Theresa May, tiene una semana. Un plazo perentorio para convencer a unos 150 diputados en el parlamento de Westminster para que decidan cambiar su voto y apoyar su plan de salida de la Unión Europea de forma ordenada. ¿Lo conseguirá? Esa es la gran pregunta. No lo va a tener fácil. El único argumento nuevo que puede añadir a su planteamiento es el ultimátum de la cumbre de Brueselas del pasado jueves en la que se tasa el tiempo para que los representantes británicos decidan lo que quieren.

La estación término es el 22 de mayo, justo el día de antes de que comiencen las elecciones al Parlamento Europeo en todos los países del club. Pero si Theresa May llega a esa fecha, Europa respirará con un cierto alivio aunque con la pesadumbre de haber perdido a uno de sus principales miembros, un país que a veces causa más problemas que soluciones al funcionamiento institucional con sus reiteradas exigencias y sus reticencias a participar en cualquier proyecto que suponga avanzar en la constitución de unos verdaderos Estados Unidos de Europa o tan siquiera en cooperaciones reforzadas, que si bien no son la fórmula ideal por cuanto supone establecer mecanismos de "dos velocidades", permiten avanzar en la solución de los problema de los ciudadanos europeos en aquellos aspectos que favorecen su modo de vida.

¿Cambiarán el sentido del voto esos parlamentarios dispuestos a la ruptura total con la UE por las bravas o se mostrarán ufanos de proporcionar un nuevo revolcón a la propjueta de Theresa May? Si lo vuelven a hacer en una tercera ocasión, en caso de que antes convenzan al speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow, de que les deje votar habrán dado el paso definitivo para la ruptura sin posibilidad de vuelta atrás. Si la primera ministra se sale con la suya dispondrá de dos meses para adecuar la legislación para un Brexit suave.

En caso contrario el plazo se acorta. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 consideran que ya no tiene sentido prolongar la agonía en un proceso que va directo al Brexit sin acuerdo con todas las consecuencias perniciosa que puede tener para la economía de toda Europa y para la construcción del proyecto europeo. May aún podría solicitar una nueva prórroga, pero deberá justificar para que la quiere y arrostrar la contradicción que supondría paticipar en las elecciones al Parlamento Europeo. ¿Y queda alguna oportunidad de revertir el Brexit? No parece posible a pesar de los últimos intentos de quienes tratan de evitar el desastre. A partir de ese momento cuando haya tormenta en el Canal será Gran Bretaña la que quede aislada del continente.

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