Opinión

EL BCE, COMO PANENKA

España ha vencido en la semifinal de Donetsk. Pero tiembla ante el resultado de la que el Eurogrupo disputa desde ayer en Bruselas, donde cada nuevo partido se anuncia, siempre, como el del siglo, para terminar resuelto por la mínima. O lo que es peor: desde el punto de penalti. Llegado el caso, propongo que el Banco Central Europeo (BCE) tire el último. Por diversos motivos.


El BCE es, hoy, la institución más relevante de la Unión Europea. No en vano, es la que mejor encarna la culminación de un proceso, complejo y largo, de integración (monetaria) internacional al que debe su propia existencia. Y cuya continuidad se debate, desde hace ya meses, de manera tan abiertamente desafiante como recurrente. En segundo término, por su singular independencia del poder político, si nos atenemos a su comportamiento comparado. Por ser, en tercer lugar, el protagonista de la política monetaria de 17 de los 27 socios comunitarios, tanto en lo relativo a su diseño como en lo que concierne a su ejecución. Y, sobre todo, porque es el depositario del monopolio ilimitado sobre el control de la base monetaria del eurosistema. Lo que le confiere una amplia potestad a la hora influir en el ritmo de los ciclos económicos de cada uno de los estados miembros. Hasta el punto de obligar a sus autoridades, democráticamente elegidas por pueblos soberanos, a reformular prioridades económicas, presupuestarias y fiscales, como ya hemos tenido ocasión de comprobar.


Cada vez son más los agentes políticos y sociales, y los analistas convencidos de que nos enfrentamos a un problema de liquidez, que reclaman del BCE un compromiso firme de implicación a favor de la estabilización de los mercados de deuda soberana, como en la práctica operan el resto de grandes bancos centrales. Para lo que sólo bastaría admitir, públicamente, un mínimo de predisposición a involucrar en el empeño parte de su balance. Como en efecto ha hecho con Grecia, donde se debatía, sin lugar a dudas, un problema de otra índole, por ser de solvencia. En definitiva, no se le exige a la autoridad monetaria que remate a puerta con toda su contundencia. Sólo le pide que reivindique a Panenka, para que España e Italia puedan respirar. Lo que requiere, eso sí, demostrar también fuera del terreno de juego que no siempre gana Alemania.

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