Opinión

EL CÓDICE Y LA PRIMA

Confieso que albergaba una tímida esperanza. Fruto de un exhaustivo registro, sobre las pista de las detenciones conocidas en las jornadas previas, la Policía Nacional logró recuperar el Códice Calixtino del siglo XII que permanecía desaparecido, curiosamente, desde el 5 de julio de 2011. El hallazgo de un manual único, de importancia capital e incalculable valor, dentro de una bolsa de basura en un garaje de Milladoiro empleado como trastero, provocó de inmediato perplejidad, emoción e, incluso, llanto entre los presentes. Iluso de mí, pensé que podría retroceder la prima de riesgo. Y así fue, hasta que compareció ayer Mario Draghi. El gobernador del BCE cumplió con parte del guión previsto. Redujo el precio del dinero en 25 puntos básicos, hasta situarlo en su mínimo histórico (0,75 por ciento). Y, para sorpresa del personal que no del Banco Central de Suecia, que le lleva la delantera, decidió dejar de remunerar los fondos depositados a plazo de un día en el propio BCE.


En la parte que nos interesa, la primera de las medidas colaborará con la recomposición de las maltrechas cuentas de resultados de bancos y cajas, que podrán tomar prestado a este tipo de interés, y a plazos reducidos, en operaciones convencionales de financiación. Y mantener artificialmente bajo el euríbor. Todo un alivio para los sectores más endeudados de la economía: financiero, hogares y familias. No tanto para los que necesiten endeudarse: escasamente se beneficiarán los agentes con necesidades adicionales de financiación, para los que el crédito seguirá siendo caro y escaso. Más audaz e inteligente, la segunda supone un incentivo claro para la reactivación del crédito, siquiera sea a plazos muy cortos, y una penalización a la inmovilización de fondos: aquellas entidades que decidan no asumir riesgo alguno y depositar cantidades ingentes en la caja del banco emisor, habrán de asumir, sin rentabilidad alguna, la erosión en el valor del dinero que supone, por lo general, el paso del tiempo. Con todo, no es condición sine qua non para la reactivación del crédito. Es necesario que, con antelación, se relaje la incertidumbre y el temor generalizado. Y a eso apenas ha colaborado, en esta ocasión, el BCE. Por limitarse a interpretar como un fenómeno aislado de liquidez lo que, por la demora en articular soluciones, el mercado interpreta como un problema generalizado de solvencia.

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