Opinión

CRISIS BANCARIA: MINUTO Y RESULTADO

La satisfacción que provoca vencer en un partido intenso y disputado es sólo comparable con el entusiasmo y la ilusión que genera, en quien lo ha perdido, disponer de otra oportunidad para remontar un resultado adverso. Esta es parte de la magia que distingue de las demás a las competiciones por eliminatorias, en las que se acentúa el factor sorpresa, la conexión directa de los comentaristas con la irracionalidad de la hinchada y la proliferación de las mesas de tertulianos de entresemana, abonados a la estadística, la estimación y el debate. Llegados a este punto, adivinen dónde encontramos lo más parecido a un programa de fútbol sin fútbol...


Para buena parte de la banca española, el Real Decreto-ley 2/2012, de 3 de febrero, de saneamiento del sector financiero, obliga a un final abrupto en la ronda en juego de la reforma bancaria. Antes de que el crédito haya llegado a la meta, o quizá precisamente porque no acaba de llegar, el Gobierno ha ordenado levantar el banderín para señalar un nuevo fuera de juego. Si en febrero de 2011 situó en este lance a buena parte de las cajas de ahorros, que se vieron obligadas a fusionarse y a segregar el negocio de su vocación social, transcurrido un año ha hecho lo propio con un buen puñado de entidades, no sólo cajas, que -carentes de una alineación de capital y reservas lo suficientemente exigente como para disipar dudas- disfrutarán la siguiente ronda desde el banquillo. O desde la grada, en el peor de los casos.


Si algo pone de manifiesto la regulación recién arbitrada es que los sectores inmobiliario -disputando los minutos de descuento- y financiero -sumido en mayor de los escarnios público y mediático- acumulan amonestaciones y tarjetas rojas que les condenan a reducir, aún más, su número y capacidad, para desprenderse de efectivos que ya encaran el túnel de vestuarios. Y que, aún a sabiendas de que, como se suele decir, no hay rival pequeño, asistimos a las distintas eliminatorias de una competición hecha a la medida de los grandes; los únicos capaces, a esta altura del partido, de contar por goles lo que el resto yerra en la escuadra.

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