Opinión

DEPRESIÓN Y ENVEJECIMIENTO

La depresión se ha convertido en la segunda causa de discapacidad en el mundo, con más de 350 millones de personas afectadas según la Organización Mundial de la Salud. Hasta ahora, los estudios sobre esta alteración psiquiátrica, que produce un trastorno en el estado de ánimo, habían demostrado su estrecha relación con la aparición temprana de la obesidad, la diabetes, el cáncer o determinados problemas cardíacos; dolencias todas indicativas de una aceleración anormal del envejecimiento. Partiendo de este punto de conexión, un equipo de investigación del VU University Medical Center de Amsterdam ha logrado demostrar que los pacientes afectados por episodios depresivos suman entre 4 y 6 años más a los que soplan en las velas. Y que el grado de deterioro guarda correlación con la severidad y duración de cada episodio.


Así como la depresión acelera el ritmo de envejecimiento desde la óptica médica, desde la perspectiva financiera lo convierte en el siguiente destino del furor austericida. Fruto del incremento de la longevidad y del abrupto descenso de la natalidad, pero también de la pérdida creciente de una franja de población en edad de procrear y cotizar y de la persistencia de una tasa de paro que apenas remite tras cinco años de depresión económica, nuestro país acelera su ya acusado proceso de envejecimiento. Así, según diversos estudios, en 2060 los mayores de 65 años alcanzarán el 30% de la población. Hasta entonces, el gasto en pensiones aumentará en España en 3,6 puntos del PIB, muy por encima de la media comunitaria, estimada en 1,4 puntos. Lo que comprometerá la salud financiera del sistema público de pensiones.


El caso es que en su reciente examen de los presupuestos comunitarios, la Comisión Europea ha llamado la atención sobre las cuentas españolas, al considerar que existe un riesgo cierto de incumplimiento del objetivo de déficit para 2014, y al exigir un ajuste adicional hasta 2016. Para el que -además- ha señalado una cifra: 35.000 millones de euros, o el 3,5% del PIB. Lejos de relajar la atención sobre España, Bruselas clama nuevas reformas estructurales, con el foco sobre la relativa a las pensiones. Con independencia de cómo esto se aborde en el ámbito doméstico, que se hará, dos cosas parecen claras. Que toda depresión compromete la salud, sea biológica o financiera. Y que la solución no pasa por combatir a los longevos sino a la tristeza, antes de que ésta devengue crónica.

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