Opinión

LECTURA Y MATEMÁTICAS

El denominado Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos (PIACC, por sus siglas en inglés) que la OCDE ha realizado durante 2011 y 2012 en 23 de sus 34 países miembros, y cuyos resultados se han dado a conocer ahora, sitúa a España en la cola del mundo desarrollado en comprensión lectora y matemática, acompañada de Italia. Si los resultados del denominado Informe PISA -que evalúa a chicos y chicas de 15 años- escuecen, los de esta suerte de examen de competencias básicas de la población adulta resultan demoledores para la autoestima de los españoles de 16 a 65 años. Al parecer, en términos siempre generales, podemos comprender textos sencillos y realizar cálculos de igual naturaleza. Pero nos cuesta extraer conclusiones en textos de cierta extensión, profundidad y riqueza, al tiempo que nos confunde la ejecución de cálculos que entrañan mayor complejidad o la comprensión precisa de gráficos o estadísticas. En conclusión, de acuerdo con los resultados del Informe PIACC, dos de cada tres españoles tendrían dificultad para comprender un programa electoral cualquiera o los entresijos de unos presupuestos públicos. Como, de hecho, sucede.


Lectura y matemáticas son dos competencias y habilidades básicas que se adquieren durante la fase de escolarización obligatoria (primaria y secundaria) y en las que España suspende de manera rotunda. Si el Informe PISA advierte que nuestro sistema educativo necesita mejorar de manera imperiosa, el Informe PIACC resta toda expectativa de progreso posterior. Más allá del influjo legislativo de sus respectivos resultados, que es lo que ahora entretiene a la clase política, parece evidente que existe un problema de orden estructural que, por un lado, compromete el prestigio de la comunidad educativa y, por otro, conviene abordar como merece una cuestión de Estado en el país de la UE que menos horas dedica a leer y más a 'disfrutar' de la televisión. O eso, o recurrir a fórmulas imaginativas que bien podrían aproximar la propensión a ambos entretenimientos, como facilitar la intervención de Femen en campañas electorales y debates presupuestarios. A fin de cuentas, los españoles no parecen tener dificultad para la interpretación de eslóganes, incluidos los corporales. Y sus activistas suelen acudir al Congreso como también acostumbra a hacerlo el ministro Wert: a pecho descubierto.

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