Opinión

MÁS AUSTERIDAD, MENOS EUROPA

No obstante lo irreductible de la pujanza norteamericana, la extraordinaria expansión del gigante chino y el dinamismo de los países emergentes más poblados y extensos, la europea (comunitaria) sigue siendo, a día de hoy, la mayor economía del mundo. Es, además, un referente de valores universales como la democracia, la libertad, la igualdad o la solidaridad. Un polo aceptable de investigación, desarrollo e innovación. Y, sobre todo, un ejemplo internacional de cohesión, previsión y protección social. Incluso en un contexto como el actual, plagado de dificultades, sospechas e incertidumbre.


Ahora bien, como sucede con la fama, la prosperidad tutelada desde la esfera pública también cuesta. Con raras excepciones, las europeas son, en general, sociedades envejecidas, endeudadas y con altos niveles de déficit que consumen en el presente lo que a otros corresponderá ahorrar en el futuro. Sin salir de la eurozona, núcleo duro incluido, el desequilibrio conjunto de las finanzas públicas superaba a cierre de 2011 el umbral establecido en el Protocolo de Déficit Excesivo, con el 4 por ciento del PIB del euro. Por su parte, el volumen de deuda pública equivalía en aquella fecha al 88,1 por ciento de la misma referencia. Según diversas estimaciones del FMI y la OCDE, pronto superará el 100 por ciento; magnitud sin precedentes en tiempo de paz que nos aproximaría a la tesis que Niall Ferguson, un controvertido historiador británico, defiende en un ensayo reciente titulado Complexity and collpase. Empires on the Edge of Chaos. Ferguson cree que los imperios colapsan, fundamentalmente, por la persistencia de desequilibrios presupuestarios y por el peso de la deuda acumulada.


En este contexto ha dado comienzo el foro en el que durante las próximas horas, previsiblemente días, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE negociarán el nuevo marco financiero comunitario para el período comprendido entre 2014 y 2020. O el límite de gasto presupuestario para los próximos siete años, que rondará el billón de euros. Una magnitud que asombra. Pero que equivale a pisar a fondo, para terminar frenando: en términos anuales apenas representa un 1,5 por ciento del PIB comunitario. Las primeras sensaciones apuntan a más austeridad. Y, en consecuencia, menos Europa.

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