Opinión

Pobre país rico

Afinales del pasado mes de mayo, Carmen “Tita” Cervera, una de las mujeres más ricas de España según la revista Forbes, sorprendió a la opinión pública al anunciar la puesta en venta de una de las joyas pictóricas de su colección privada. Apenas un mes después, subastó La esclusa (The lock), un paisaje del sur de Inglaterra de John Constable (1776-1837), en la sala Christie´s, de Londres, por 27,89 millones de euros. Preguntada por la operación, la baronesa Thyssen se justificó argumentando ser rica en cuadros, pero pobre en liquidez.

Más allá de la controversia y el interés suscitado por la noticia para la prensa del corazón, el caso es que responde a una de las líneas de gestión económico-financiera más comunes en tiempo de crisis. Según diversas estimaciones, el mantenimiento de la fortuna Thyssen exige un desembolso mensual de unos 0,4 millones de euros. Como sucede en tantas empresas, la baronesa optó por la realización de un activo por ella estimado no estratégico con ánimo de sostener el core business de la que -bien o malinterpretada- considera su actividad principal.

A esta misma lógica responde la constitución reciente de la Sociedad de gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB), o banco malo, destinada a hacer líquida -previo descuento y asunción de la correspondiente pérdida- buena parte de la “riqueza” inmobiliaria de la banca nacionalizada. SAREB es sólo una solución parcial a un problema colectivo de inflación inversora. Pensemos en el capital humano infrautilizado que se desprende de una tasa general de paro del 25 por ciento y juvenil del 52 por ciento. O en la rentabilidad social de 47 universidades públicas presenciales, a las que añadir otras 4 no presenciales y 24 privadas. Se están convirtiendo en delegaciones territoriales de una gran factoría de desempleados. O de talento gratuito para los países más dinámicos de nuestro entorno, a donde los jóvenes mejor formados emigran desde cualquiera de los 49 aeropuertos españoles; más del doble de los que existen en Alemania, o en Francia. Por no hablar de las infraestructuras culturales, o de tantas infraestructuras físicas que la crisis ha demostrado excesivas. Si por algo se caracteriza en este momento España es por la acumulación de buen número de activos ilíquidos que hacen del nuestro un pobre país rico.

Te puede interesar