Opinión

DE PRIMOS, PRIMAS Y DEUDA SOBERANA

Recuerdan los números primos? ¿Aquellos números naturales mayores que 1 sólo divisibles entre 1 o por sí mismos? El matemático Don Zagier, a quien he dedicado más de una lectura, afirmaba que parecían 'crecer como malas hierbas entre el resto de los números naturales'. Sin obedecer, en apariencia, a ley alguna que no fuera la del propio azar o la de la aleatoriedad. Y provocando, en consecuencia, la sensación de no poder predecir dónde podría brotar el siguiente. Así las cosas, la verdadera opinión de aquel experto en teoría de números era la contraria, como ha dejado patente en sus estudios, donde ha demostrado que los números primos responden a una asombrosa regularidad y a la sujeción a leyes que, con precisión casi militar, gobiernan su comportamiento.


Sirva esta aparente paradoja entre la percepción general y lo que se ha podido demostrar para describir el esperpento que, a diario, sacude a la deuda soberana europea. Especialmente a la emitida por los países denominados periféricos que tuvieron en su momento el honor de colaborar en la construcción del euro. Aunque ahora parecen -junto con Grecia- poco menos que malas hierbas en la recuperación económica europea, conviene recordar que España, Irlanda y Portugal fueron tres de los once socios fundadores de la eurozona. Hasta hace poco hermanos del resto, ahora son los primos de la moneda única, atacados supuestamente al azar, y de manera aparentemente indiscriminada. Si bien siguiendo un ritual rutinario de patrón casi castrense: el que dictan los mercados de capitales, sedientos de ajustes adicionales, cuando retiran la confianza.


La escena se completa con la ausencia de un discurso único y la profusión de rumores, en buena medida infundados, dentro de la propia familia del euro, donde estamos haciendo el primo, encareciendo desde dentro las primas (de riesgo) hasta comprometer los planes de ajuste. Para mayor gloria de la apelación a los inversores de los países europeos libres de toda sospecha; por cierto, más endeudados. Y, sobre todo, de las emisiones norteamericanas (en dólares) y británicas (en libras esterlinas) que asisten desde la platea a la brecha, potencialmente insalvable, que se abrirá en el seno de la Unión, cuando al lado de la Europa de dos velocidades se consolide la de los reproches.

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