Opinión

RUPTURA PARCIAL DEL EURO

Hasta el 3 de agosto de 2012 no logró Argentina poner fin al último vestigio del corralito financiero que tanto se evoca estos días en Europa. En esa fecha saldó la última cuota de los bonos, denominados Boden 2012, que el Gobierno de la República emitió el 3 de febrero de 2002 para compensar a los ahorradores afectados por las severas restricciones monetarias impuestas tres meses antes. Diez años y medio después.


Por lo general, las medidas encaminadas a restringir la libre disposición de depósitos y cuentas corrientes y a limitar el movimiento de capitales tratan de evitar lo mismo que finalmente provocan: pánicos bancarios. Por lo que, necesariamente, terminan por extenderse en el tiempo más de lo previsto. En este sentido, me temo que Chipre no será una excepción, gracias a la gestión aciaga que de la crisis chipriota están haciendo Angela Merkel, Olli Rhen y Jeroen Dijsselbloem. Una terna que con suma facilidad se apresura a identificar a buenos (acreedores) y malos (deudores) en cada rescate. Y que, con igual intensidad, omite la presencia recurrente, y siempre destacada, de la banca alemana en cada país rescatado, como una vez más sucede.


Entretanto, la pequeña isla mediterránea constituirá una excepción financiera: a pesar de que, formalmente, se mantiene dentro de la Unión Económica y Monetaria (UEM), ha dejado de ser un miembro de pleno derecho de tan distinguido club. Como consecuencia de los controles, un euro depositado en un banco chipriota ha dejado de valer lo mismo que igual cantidad depositada en un banco cualquiera de otro país socio, por carecer de idéntica liquidez. Y no me refiero al tramo que será objeto de confiscación, por obvio, sino al todavía garantizado, del que no se puede hacer uso libre. Lo que supone una ruptura parcial del euro. Y, además, quiebra uno de los principios fundacionales, no ya de la UEM, sino de la propia Unión Europea (UE), como es la libre circulación de capitales que su Tratado de Funcionamiento, firmado en Roma en 1957, consagra expresamente en su artículo 63 y siguientes. En definitiva, la crisis chipriota, todavía lejos de ser resuelta, sienta un precedente alarmante para lo que pueda venir. Con Argentina siempre en perspectiva. Pero -y esto es lo dramático- también en el horizonte.

Te puede interesar