Opinión

SIEMPRE VECINOS, AHORA COMPETIDORES

Acabamos de asistir al pretendido Acuerdo, con mayúsculas, que conduce al segundo rescate griego. El que muchos señalaban como un catalizador positivo para la recuperación de la confianza internacional en Europa. Lejos del júbilo y el alboroto que se presumían, parecen persistir las dudas y la preocupación, como demuestran los principales termómetros financieros. Las primas de riesgo más castigadas han interrumpido, precisamente desde entonces, su relajación. Y las principales Bolsas del continente no han hecho sino caer de manera ininterrumpida durante las tres últimas jornadas, en una secuencia ya clásica de la liturgia financiera: comprar con el rumor y vender con la noticia. Y no es para menos, cuando Grecia sólo representa uno de los múltiples incendios de un edificio en llamas.


A las puertas de la segunda recesión europea en apenas tres años, los quejidos de la periferia se sienten todavía ajenos en el centro neurálgico de la Unión Europea (UE), donde ver colas de parados o miseria constituye una extraña y desagradable experiencia. En este sentido, aún no exenta de responsabilidades, Grecia no tiene el monopolio del fracaso. Como tampoco lo tienen los llamados PIGS. El de la desconfianza en las finanzas soberanas es, con rotundidad, un problema de orden europeo, que acumula, además, daños colaterales. Irlanda, Hungría (también en dos ocasiones), Letonia, Portugal y Rumanía también han recibido ayuda explícita de la UE y del Fondo Monetario Internacional. Italia y España, por su parte, la han recibido del Banco Central Europeo, que ha prestado de manera indirecta -a través de la maltrecha banca del eurosistema- lo que, desde el amparo estatutario, ha negado de manera directa.


Da la sensación de que la UE es un tren en tránsito hacia no se sabe dónde y hasta no se sabe cuándo que, carente de una estación término, define su evolución en términos dinámicos: tan pronto frena como acelera el paso en una atropellada carrera que hasta hace poco compartían vecinos, y ahora competidores.

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