Opinión

Beatriz Mato, el masoquismo y la política

Unas horas de después de tomar de nuevo posesión como Conselleira de Traballo e Benestar, Beatriz Mato fue ampliamente felicitada por el nombramiento durante la entrega de premios a los emprendedores en el Concello de A Coruña. 'A día de hoy esto de aceptar ser conselleira es un ejercicio de masoquismo, nos queda mucho por sufrir', afirmó en varias ocasiones la pizpireta política.

Que nos queda mucho por sufrir es una verdad tan grande como la Catedral de Santiago, pero un vecino, que secretamente es sabio, el otro día le recomendó muy serio a su hijo que se dedicase a la política o al fútbol, las dos actividades en las que él cree que todavía hay algo que rascar.

Para ganarse el potaje con el balón son necesarias cualidades, para hacer carrera política no hace falta más que paciencia, estar a la hora en el momento justo y tragaderas.

Con todo el respeto para la noble y necesaria actividad política, son muy pocos los que se atreven a dejar el 'carguiño' para dedicarse a su actividad profesional. Siguiendo la tesis de Beatriz Mato, quizá casi todos tienen un puntito de masoquistas.

En el PSdeG, por ejemplo, proliferan ahora documentos e iniciativas pidiendo la regeneración del partido. El propósito puede ser noble, pero tiene cierta coña que alguna de estas iniciativas de renovación la firmen tipos como Xaquín Fernández Leiceaga o Antón Louro, por citar un par de ejemplos destacados, cuando llevan media vida chupando titulares y cargos públicos. ¿Será que lejos de la moqueta se sufre todavía más que en el tajo o será que no hay relevo?

Cuando este periodista le preguntó a Xosé Manuel Beiras en una entrevista en Telemiño durante la pasada campaña si no es un síntoma preocupante para el país que él, a sus 76 años, regresase al mitin y al cartel electoral después de tanto criticar la edad de Manuel Fraga en las últimas elecciones a las que se presentó, el autor de 'O atraso económico de Galicia' respondió con un contundente 'sí'.

En este país estamos para hacérnoslo mirar, pero de verdad y sin ambages. Porque al final los masoquistas no serán quienes nos representan sino los que los votamos.

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