Opinión

Cansancio político, fatiga ciudadana

El equipo de Pablo Iglesias reconoce el cansancio de su guía y la carrera no ha hecho más que comenzar. La gente que rodea a Mariano Rajoy comenta, algunos ya casi sin disimulo, que están cansados del peligroso desgaste del tirón de su líder para continuar en La Moncloa, pero éste no tiene la menor intención de entregar la cuchara. A los socialistas que rodean a Pedro Sánchez le sorprende que la militancia socialista esté cansada de que las listas electorales se elijan según el gracioso dedo del que han aupado al poder, como ha sucedido en Galicia, pero los que ya están arriba se agarran a que la propuesta de los que trabajan y pegan carteles se trataba de una recomendación y no de unas primarias. 

Las fuerzas políticas con sensibilidad para conseguir un grupo parlamentario gallego "propio y no apropiado" en el Congreso, como reclamó la ex conselleira Teresa Táboas en las páginas de este periódico y varios intelectuales adheridos a un manifiesto por la unión hace unos días, no son capaces siquiera de hablar sin soltar alguna una pulla hacia los que deberían ser compañeros de camino. El resultado es que marean a sus posibles electores, que empiezan a mudar el entusiasmo que propició un cambio rebelde en las municipales por el cansancio ante tanta palabra para no llegar a ningún sitio o quedarse en el de siempre. 

A Pablo Iglesias lo que más le gusta es estudiar y no los enredos de una campaña, confesó una amiga del líder de Podemos a este chófer de anécdotas hace unos meses . A Mariano Rajoy le encanta gobernar sin profundizar en explicaciones ni precipitar decisiones. Pedro Sánchez está entusiasmado porque puede llegar al Gobierno sin mover demasiado el flequillo, aunque necesita más votos que un Albert Rivera que amaga con la derecha y puede pegar con la izquierda para reclamar el trono de La Moncloa.

Los simpatizantes de las principales fuerzas políticas de Galicia se encuentra ante la tesitura de sachar para que la cosecha engorde el granero de otros. Beiras y Vence son estudiosos de una Galicia que acostumbra a callarse en vez de hacer Estado desde Galicia. Suenan los tambores electorales y la política parece vieja, cansada. Toda. El ciudadano, el que señalará al que entrega las llaves del juguete muestra una fatiga palmaria. O casi todos.

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