Opinión

La culpa es de los padres

Como andamos sobrados de parné y somos lo más de lo menos, el presidente Feijóo anunció ayer que la Xunta hará una macroencuesta entre 500.000 personas de la comunidad escolar para mejorar la convivencia en las aulas. Será algo que nunca se ha visto ni hecho en otras autonomías, subraya el Gobierno gallego. Si a los rapaces les faltan conocimientos, proposición que flaquea, a los que les marcan la pauta les sobra tontería. En caso de conflicto, ahora se recurre a la mediación. Hace una treintena años, la mano callosa de Edelmiro terminaba fulminantemente con cualquier tipo de discusión o discrepancia. Y éramos 45 alumnos en cada aula y no la veintena de ahora. Pero claro, hoy te encuentras con un padre protestando porque a su cativo le ponen deberes o le cae una reprimenda con buenas palabras. No vaya a ser que el mocoso se disguste.


Hay un instituto gallego que lleva un porrón de años trabajando con un grupo de teatro muy potente y moja en los mejores teatros estatales. Incluso provoca envidia entre los profesionales de las tablas. Hace unos días se fueron a actuar a un escenario milenario y al regreso algún padre se quejó al responsable de la compañía de que en el alojamiento el agua de la ducha salía fría, las toallas había que pedirlas en recepción y los rapaces siempre pueden sucumbir a la tentación de saltar de cama en cama, como hicimos todos a esas edades.


El director, que se desloma para sacar lo mejor de cada adolescente, también realizó una  consulta entre los progenitores para mejorar la convivencia. Todavía no se sabe el resultado, pero la mayoría convino que los rapaces están sobreprotegidos. Si el agua sale fría, que se fastidien; si las toallas escasean, que las lleven de casa como tienen obligación por lo que pueda suceder; y los enamoramientos y roces juveniles es imposible sofocarlos. En este último caso, ¿para qué protestar por la temperatura a la que sale el agua de la ducha?


Antes, los profesores le tenían una especial tirria a los padres que se pasaban el día en el centro escolar porque ya se encargaban ellos de que caminásemos en línea recta. Pero empezaron a escasear los niños, en los parques aparecieron tres adultos al cuidado de cada churumbel y principió otro tipo de dictadura.

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