Opinión

El que no se quema

Cuando se produce una catástrofe ecológica de unas dimensiones tan descomunales como los incendios forestales que calcinaron el sur de Galicia el pasado 15 de octubre, lo aconsejable es escuchar a expertos en vez de distraernos con sentencias políticas de mecha fácil. El problema no se solucionará con los gritos de una protesta ni persiguiendo mecheros.  

Mientras el presidente Feijóo repite en Madrid la necesidad de que las "leyes actúen con contundencia contra el terrorismo incendiario" para espantar una trama organizada cuyos indicios el fiscal delegado de Medio Ambiente en Galicia, Álvaro García, no aprecia por el momento en ningún monte, y eso que la investigación es concienzuda, dos profesores expertos de la Universidad de A Coruña atribuyen la reciente ola de incendios en Galicia "a un proceso sistemático de multiplicación del fuego por los efectos del ambiente que había en ese momento, más que a conspiraciones y manos negras".  

Jaime Fagúndez, experto en Botánica, argumenta que "esta no es una cuestión puntual, sino que tendríamos que evaluarla de forma sosegada y por todos los agentes implicados". Sabio consejo, pero ningún Gobierno se ha atrevido a actuar con decisión en el rural –el bipartito sólo esbozó las buenas intenciones– por el coste electoral. El que lo haga tendrá el reconocimiento de la historia pero palmará las elecciones. "La cuestión de fondo tiene que ver más con nuestras políticas de país, de ordenación del territorio, políticas forestales, de uso del suelo, de despoblación del rural. Los incendios continuarán mientras continuemos con las políticas que llevamos", advierte el profesor. 

Si se da por buena la reflexión del estudioso, sorprende que el director xeral de Ordenación Forestal, Tomás Fernández-Couto, continúe ocupándose del monte gallego desde 1996, excepto en la etapa del nacionalista Alfredo Suárez Canal al frente de Medio Rural, y haya visto pasar a siete conselleiros por San Caetano sin quemarse, a pesar de que los resultados de su gestión son cuando menos cuestionables. Ya se sabe que el papel de la oposición es aprovechar cada brasa para hacer un incendio político, pero con el mismo modelo acabaremos todos quemados. 

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