Sonó a baladronada, pero hasta podría ser cierto. La obsesión con el presidente venezolano Nicolás Maduro es tan desproporcionada que incluso tendría muchos boletos para conseguir un porrón de votos en España en caso de presentarse. La campaña ya se la hace el PP cada día con la intención de zurrarle a Pablo Iglesias y a Podemos.
En este patio andamos sobrados de problemas y caninos de parné, pero nuestra gran preocupación es lo que sucede en Caracas y lo que hace un Gobierno elegido democráticamente por los venezolanos, según acreditaron supervisores internacionales. El PP gallego se ha sumado a la fiesta. Presentará en la Cámara una proposición no de ley, siguiendo una resolución del Parlamento europeo, para que el Gobierno venezolano "cumpla con su constitución y respete los derechos de libertad de expresión y asociación", según destacó el portavoz popular, Pedro Puy. Que si en Venezuela residen 50.000 gallegos y hay que solidarizarse con ellos y con el pueblo hermano para que se defiendan sus derechos democráticos...
La intención puede parecer buena aunque se acabe ganando un enemigo para siempre, sólo que en la misma sesión parlamentaria el PPdeG también preguntará al Gobierno de la Xunta sobre el reciente viaje que realizó el vicepresidente Alfonso Rueda a Cuba. Habrá sido derrocado el régimen de Castro, porque Puy razonó que el viaje, "además de representar institucionalmente a Galicia, permitió entrar en contacto con la comunidad gallega y con las autoridades cubanas justo en un momento en el que parece que va a desaparecer el embargo a este país por parte de los Estados Unidos". Ayer en Cuba gobernaba una dictadura para los dirigentes del PP, hoy se trata de un mercado interesante.
El portavoz del PSdeG, José Luis Méndez Romeu, lamentó, después de la reunión de la Xunta de Portavoces, "el nuevo veto del PP a la solicitud de comparecencia" del presidente Feijóo para "dar cuenta de la situación negativa de la economía gallega en el año 2014". También son ganas de chinchar. Los gallegos le han entregado a Núñez Feijóo su segunda mayoría absoluta y la Xunta responde a lo que quiera con el rodillo parlamentario. Como sucede en Venezuela.
