Opinión

Mano ligera y tacón fino

Cada vez que el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género publica sus datos anuales quedamos retra- tados como una sociedad machista y de mano ligera, inmadura y enferma. Algo seguimos ha- ciendo mal y es un asunto que compete a todos. Llevamos casi cuatro décadas de democracia,se han invertido un porrón de millones en cam- pañas y el año pasado en España se presen- taron 353 denuncias al día por maltrato, seis más de media que en 2014. La mujer ya pisa en algún consejo de administración, más pronto que tarde llegará a la presidencia del Gobierno pero la igualdad seguirá caminando con tacón

demasiado fino. Los datos presentados lasti- man. En Galicia se incoaron 1.564 órdenes de protección de las 5.210 denuncias registradas y 930 fueron aceptadas.

Galicia es la comunidad con la menor tasa de violencia de género, pero igualmente se tra- ta de un fracaso social. El problema no pinta mejor ni las estadísticas recogen todos los ca- sos porque la respuesta del 016 –el número de teléfono para denunciar de manera anónima– llegaría tarde en el mundo rural. Una mujer que resida en una aldea perdida de unas cuan- tas casas se siente completamente indefensa. Ella no se atreve a confesar las palizas, los vecinos tampoco quieren problemas. Todos disimulan. Rezan para que el agresor no cargue demasiado la mano hasta que un día un vino cruzado manda a la mujer a las fatídicas estadísticas. Ayer fue asesinada una moza de Mallorca de 19 años por su expareja que ya había cumplido condena por maltratarla, hoy puede ser cualquiera. Lo grave es que alguien en alguna tasca habrá pensado al ver la noticia que el tipo le echó un par mientras pide otro vaso para envalentonarse por si al llegar a casa no encuentra todo al gusto.

Nuestra democracia no es todavía adulta. Aunque en 40 años se han conseguido avances considerables en materia de respeto y violencia después de una dictadura de plomo, todavía sobrevive una generación que no es capaz de asumir la liberación de la mujer.

El gran peligro es que la generación que está a punto de llegar a edad adulta también emite señales de un machismo alarmante. Ya ni se trata de igualdad o de paridad, sino de garantizar el derecho a la vida.

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