Opinión

La mentira, deporte nacional

Resulta increíble la pasmosa capacidad de nuestros políticos para meter la pata con las mentiras. Son cortos de entendederas hasta para eso. El rey, en cambio, mete el zueco matando elefantitos, sale a la palestra y suelta con cara de arrepentimiento: "Lo siento mucho, no volverá a suceder". Y otra cosa. Hasta la hija del monarca que se consideraba más lista le echó la culpa a su marido en vez de negar unas evidencias palmarias.


La peña perdona los fallos, no que la traten como si fuera gilipollas. En diciembre de 1987, el buque de bandera panameña 'Cason' encalló en la costa de Fisterra, aunque más exacto sería decir que la compañía de salvamento lo desnucó por intereses económicos. La democracia andaba en pañales y el director general de la marina mercante, José Antonio Madiedo, el gobernador civil, Andrés Moreno Aguilar, y el delegado del Gobierno, Domingo García-Sabell se enredaron en contradicciones que provocaron que 15.000 personas de la Costa da Morte saliesen en estampida de madrugada. El despropósito acabó costando la Xunta de Galicia al tripartito que presidía Fernando González Laxe, que tuvo que apandar con el desconcierto de la administración central de Felipe González ante la droguería flotante que estallaba en la costa al entrar en contacto el sodio con el agua. Cuando ocurrió la tragedia del buque petrolero 'Prestige', los gobiernos de Aznar y de Fraga intentaron minimizar las posibles consecuencias de la chatarra flotante que zarandeaba el temporal en vez de afrontar con sinceridad el problema. Como resultado, Fraga palmó la Xunta y después Aznar, con Rajoy de candidato, el Gobierno central, también por otra gran mentira como los atentados del 11-S y la farsa de las armas de destrucción masiva en Iraq.
Por aquel entonces, Arsenio Fernández de Mesa era el delegado del Gobierno en Galicia y no aprendió gran cosa de lo sucedido. El ferrolano, que ahora dirige la Guardia Civil, acaba de volver a resbalar con una mentira sobre lo que sucedió con los inmigrantes que intentaban entrar en Melilla. Proclamó con circunspección en varios medios que los agentes no habían disparado bolas de goma al mar y unas imágenes acaban de demostrar lo contrario. Con la operación 'Pokemon' quizá lo mejor sería que nos dijesen "lo siento mucho, no volverá a suceder".

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