Opinión

El silencio es cómplice

Dos mujeres asesinadas en Galicia y una en Tarragona en 72 horas. Es terrible. Van ya 43 en España y el año no ha acabado. A la pareja o la ex de un maltratador casi siempre le acaba tocando. Casi la mitad de las víctimas había denunciado a su verdugo pero no consiguieron apartar a un canalla de su destino. Si una de esas mujeres vive apartada en una aldea del rural de Galicia, puede estar incluso más cerca de su sentencia si ella o algún vecino alerta de la situación. 

La legislación y las campañas de educación han naufragado, quizá porque no se han dedicado los recursos necesarios ante un problema que nos retrata como un modelo de sociedad inacabado. Las cifras de muerte por violencia de género han descendido en los últimos años, por lo que también se puede inferir que si nos lo tomamos en serio, incluso podríamos erradicar el problema. Nunca una muerte, aunque sea sólo una, será anecdótica, pero en estos momentos estamos presenciando una sangría. 

Las manifestaciones de repulsa se han sucedido a la puerta de todas las administraciones de Galicia. Está bien que los representantes públicos emitan su posición de condena contra la violencia machista o de género, pero son necesarias medidas más enérgicas. Tiene razón Miguel Ángel Cadenas, presidente del TSXG, cuando advierte de que no llega con endurecer las penas como se ha comprobado en los últimos años. Las palabras mágicas son medios y compromiso. Medios para proteger a la mujer que denuncia, medios para que pueda emprender una vida alejada de su agresor, medios para que no tenga miedo a denunciar. Y hace falta que cada uno asuma el compromiso de una actitud vigilante porque el calla es, cuando menos, cómplice. 

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