Opinión

El plan

Parece que un despropósito de cierta magnitud nos acompaña en relación con el planeamiento de nuestra capital. Casi parece una maldición. La solución del Plan General de Ordenación Municipal o Plan Xeral de Ordenación Municipal pasa por, además de elaborar un documento correcto que haga desaparecer o incorpore las cuestiones que se le hacían observar -entre otros colectivos-, por lo vertido en la alegación del Colegio Oficial de Arquitectos; por la más amplia y general aceptación del mismo. Aceptación que implica grado de conocimiento, limpieza y transparencia en el proceso. 

Que no exista una desazón general por un Plan en el que pocos entienden las medidas tomadas. Cierto es que son muchos los intereses que se mueven a su alrededor y las tensiones que se tienen que soportar; tanto por el equipo redactor como por parte del partido/s político/s encargados de gestionarlo. ¿Para quien se hace un Plan? Para el ciudadano, para "todos" los ciudadanos. Ahora bien, la ciudad es un organismo vivo que genera plusvalías en torno a sus centros -suele tener más de uno- o como decía el famoso arquitecto L. I. Kahn; en torno a las "instituciones del hombre"; en clara referencia a "lo que importa". 

Ahí es como la ciudad, la morada, el asiento de estas actividades del hombre, de sus instituciones, pasan a ser un lícito negocio y nada habría que temer porque los intereses, los legítimos intereses, se movieran al compás de una estudiada ordenación, que además tuviese en cuenta las repercusiones a menos daño -directas e indirectas- que posteriormente y de forma ineludible va a generar (catastro, plusvalía, expropiaciones, etc.). 

Un Plan que gestione al margen de partidismos, la mejor implantación de esas instituciones del hombre (dígase estación del AVE) de forma coherente y beneficiosa para la ciudad de hoy y del mañana. En este siglo XXI, que vuela más que corre, es impensable una ciudad sin un plan de urbanismo; y como apunta la Real Academia Española en la acepción de la palabra y excluyendo lo de "relación amorosa frívola y fugaz": En primera lugar, modelo sistemático de una actuación pública o privada que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla. También intención, proyecto. Por último, altitud, nivel. ¡Vaya¡ Esto, esto último, es lo que necesitamos en la ciudad de Ourense: altitud o nivel de miras.

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