Opinión

Dios en el BOE

Un día ya lejano, un niño en televisión nos sorprendió diciendo que “Dios es como la Coca Cola, porque está en todas partes”. El ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha incrementado la presencia de su Dios superando a la del refresco. Le ha dado entrada en el BOE donde, que sepamos, la Coca Cola no ha protagonizado ninguna ley hasta el momento. La implantación de la LOMCE ha llevado a la publicación en el boletín oficial de los criterios por los que se regirá la asignatura de Religión –yo añado Católica- en el currículo escolar. En ese escrito, más de un centenar de veces aparece la deidad de forma realmente escandalosa, desde el punto de vista político y social, en un estado laico.

La asignatura de religión católica vuelve, desde esta oficialidad, a convertirse en piedra angular de las servidumbres del gobierno de Mariano Rajoy hacia la Iglesia. El decreto publicado nos devuelve a un tiempo educativo donde la asignatura y la catequesis caminaban por el mismo sendero con flores a María, que madre nuestra es. Vuelve de nuevo a dejar de manifiesto que ante la educación y la fe no todos los españoles somos iguales como afirma la Constitución del 78. Una vez más el sectarismo se pronuncia desde el poder en esa línea, con la imposición oficial de su Dios por encima de cualquier otra creencia o descreencia.

Los mismos personajes, que consideraron sectaria “la laica y ambigua” asignatura de Educación para la Ciudadanía, ahora llevan a los centros escolares su principal estandarte proselitista y sectario. Molestando de este modo, incluso, a quienes consideramos importante y enriquecedor el conocimiento de las religiones. La difusión de sus historias, variedad y propuestas dogmáticas.
Al mismo tiempo que las humanidades pierden terreno en los planes educativos, al catolicismo se le brinda el honor de atrincherarse en las aulas. Es decir, la victoria de semejante cruzada se multiplica devolviendo el conocimiento religioso a épocas de oscurantismo, inquisición e imposición de la fe. Un adolescente podrá no conocer el pensamiento de Séneca o el de Averroes o el de Maimónides o el de Avicenas o el de Buda o el de Krishna pero llevará en su imaginario la resistencia a la muerte de san Cucufato o las virtudes mitológicas de tantos santos imposibles o inventados, que aún pueblan el calendario.

La imposición de la desigualdad por parte de la derecha reaccionaria duele en la economía, en el trabajo, en la sanidad… pero se hace crónica cuando se intenta instalarla en el pensamiento y sitúa a los ciudadanos ante el precipicio de la ruptura democrática. Pronto un niño anónimo volverá a decirnos que “la Santísima Trinidad es como el aceite 3 en 1” y los discípulos de Wert le reirán la ocurrencia o lo quemarán en la hoguera, según su estatus social

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