El censo de cabra montés occidental, la capra pyrenaica victoriae, alcanza el millar de ejemplares (70% hembras y 30% machos) en el Parque Natural Baixa Limia-Serra do Xurés. Una cifra que avala el éxito del programa de introducción de esta subespecie llevada a cabo en el territorio ourensano y del que este año se conmemora el 25 aniversario. El capataz del Parque do Xurés, Luis Rubiños, fue el encargado de impartir ayer una amena y divulgativa charla sobre el plan que permitió el regreso de esta especie, así como sus cualidades e impacto en el hábitat transfronterizo, en una abarrotada sala del Centro de Interpretación. “Fue más fácil contarlo, que vivirlo”, bromeaba el ponente, que tuvo entre el público a compañeros y excompañeros, quienes asentían y refrendaban un relato que arrancó en 1998 en la aldea de Salgueiro.
Hasta allí llegaron, casi cien años después de la desaparición del último ejemplar de la capra pyrenaica lusitanica (especie endémica del Gerês-Xurés extinta en 1892), los 39 primeros ejemplares procedentes de la sierra de Gredos. “16 machos y 23 hembras que se asentaron en una finca de 80 hectáreas, que pasaron a ser 91 en el 2000”, recordaba Rubiños, que llegó ese año al Xurés para formar parte del proyecto de introducción de la subespecie bajo la dirección del ingeniero salmantino Jesús Losas.
La elección de la cabra montesa “victoriae”, recordaba Rubiños, se debió al parecido y semejanza con la “lusitanica”. El ponente dedicó parte de su intervención a describir las características de machos y hembras, animales de costumbres en cuya cornamenta “se puede saber la vida del animal”, dijo. Con la manada inicial asentada, se inició un proceso que, siempre bajo supervisión veterinaria, incluyó la captura y marcaje de los animales. “Hicimos un capturadero para manejar a los animales, para hacer el marcaje, la ficha biométrica y, de todos ellos, elegimos a los dos mejores para soltar”, señaló Rubiños, quien recordaba la dureza aquellas batidas, los desplazamientos en coche y mismo en helicóptero hasta lo alto de la sierra para la suelta de los animales, a quienes a posteriori seguían a pie y con collares localizadores por radiofrecuencia. “No tuvimos ninguna baja entre las cabras, pero sí lesiones del equipo”, recordaba Rubiños, citando a Noia, Lisardo, Agustín Manuel, Andrés…
Réplica en Portugal
Veinticinco años después, cuatro núcleos conviven armónicamente en el territorio ourensano de la Reserva de la Biosfera Transfronteriza: Gralleiras-Fontefría, Nevosa-Portela do Home, Santa Eufemia y Río Agro, además de la propia finca de Salgueiro que permanece abierta y donde una veintena de cabras entran y salen libremente. “Son animales de costumbres, se ve que allí están a gusto”, reconocía Rubiños, quien recordó una anécdota cuando, en el año 2007, se llevó a cabo la segunda suelta en el río Agro (Entrimo) y, a los pocos días, los vecinos avistaron un “bicho enorme de cuernos amarillos” pasando frente al hostal Barcelona, y de ahí, pasó por Pacín y Asperelo. “Estoy convencido de que se orientó, quería volver a Salgueiro”, dijo.
La población de cabra ha crecido “mucho y muy rápido”, coincidía el personal del parque, que hoy observa un proceso de estabilización que ha traído consigo la llegada de depredadores como el lobo -están contabilizadas nueve manadas, con una veintena de individuos-, que con el incremento del censo de cabras han reducido los ataques a los ganaderos; o el águila real que, tras su propio proceso de reintroducción que duró una década, suma nueve ejemplares en el Xurés.
El éxito del programa repercute al otro lado de la ‘raia’. Tanto es así que en Portugal están dando paso para repetir el proceso y llevar ejemplares a la Serra da Estrela. “Ya han hecho un capturadero en Pitões das Junias y un cercado en el Gerês”, comentaba el capataz del parque, aficionado a la fotografía, quien prepara ya una exposición sobre la fauna del Xurés.
