cuando la realidad supera a la ficción

Cuando creyó llegada su hora de despedirse de este mundo, el ruin y anciano noble gallego, cuentan que pariente lejano del conde de Lemos, reunió alrededor de su lecho a su prole para hacerles saber, con voz entrecortada, su última voluntad: 'Hijos míos, si por ventura muero en el pazo de arriba, quiero que me enterréis en el pazo de abajo; pero, pero?, si muero en el pazo de abajo, deseo que me deis sepultura en el pazo de arriba. ¿Os ha quedado claro?'.
Tras tan enigmáticas palabras del padre, sobre todo, porque el empinadísimo camino que separaba ambos pazos era un auténtico pedregal, los hijos, muy desconcertados, se retiraron a deliberar y encargaron al mayor de los hermanos que preguntara al moribundo el sentido de tan extraño deseo. '¿Por qué, querido padre, ordenas que, si mueres en el pazo de arriba, te enterremos en el de abajo, y al revés?'. '¡¡Para joderos, hijos míos, para joderos!!', fue la fulminante respuesta del déspota progenitor.

Resulta que, algunos siglos después de esta inventada historia, con enorme regocijo leía en la prensa que un matrimonio de aristócratas catalanes ha sido condenado a dos años y un mes de cárcel por usar altavoces y sirenas para molestar a sus vecinos del exclusivo barrio barcelonés. La noticia explicaba que Javier Foncuberta Samà y Mercedes Carandini Robert, marqueses de Vilanova i la Geltrú, pretendían echar del edificio a las víctimas. Igual que en la historia anterior, los ahora llamados 'marqueses del estruendo' decidieron utilizar tan ruidosos argumentos, también para joder al prójimo, con perdón de la expresión.

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