LA ELECCIÓN POLíTICA

Uno de los objetivos que se suele proponer el político es la dirección de las elecciones de los ciudadanos.
Ya queda atrás aquella visión del político como persona de bien que intentaba el bien de sus conciudadanos por medios honestos. Ahora se ha impuesto esa otra imagen maquiavélica del político como persona interesada en sacar adelante sus proyectos al margen de la ética. Los que escogen la 'profesión' de políticos en estas circunstancias tienen un gran mérito al tratar de cohonestar la ética con una profesión trufada de falsedades, de mentiras. Hemos de admitir que algunas profesiones más que otras invitan con mayor tenacidad a desarrollar actitudes en el margen de la moralidad y de la ética. Los políticos son la tercera preocupación de los ciudadanos.

La responsabilidad no es sólo de los políticos profesionales, sino también de los ciudadanos. Lar circunstancias en las que se elaboró la Constitución aconsejaron, sin duda con acierto, un sistema de elección encorsetado, un sistema de partidos disciplinado, monolítico, restrictivo. Dentro de ese sistema podemos proponer otras maneras de organizar el proceso de elección, más transparente, más dinámico, más respetuoso con los ciudadanos.

El compromiso con la democracia nos obliga a estar vigilantes en estas circunstancias de trasiego ideológico. Los poderes siempre tienen un currículo oculto -y no tan oculto a veces-, desean atenazar y pervertir la voluntad popular.

La democracia, además de emitir el voto, nos obliga a explorar caminos, quizá aventurados, para dar satisfacción a los ciudadanos. No siempre es preferible lo real a lo irreal. En tiempo breve, aquellos ayuntamientos que se embarcaron en proyectos ambiciosos han podido ofrecer a sus ciudadanos mejoras radicales para la convivencia, la estabilidad y el progreso. Otros, por el contrario, han preferido reavivar rencores ancestrales. No encontraron mejor manera para poner de manifiesto su raquitismo intelectual y moral. No es la política lo que hay que desterrar, sino la forma de hacer política. El respeto a los ciudadanos, a sus proyectos, debe presidir la acción de los políticos. Un político aislado con su aparato de expectantes es el primer obstáculo para una democracia viva. La política de fachada debe ser sustituida por la atención pedagógica del servicio a todos los ciudadanos.

Te puede interesar
Más en Cartas al director