historiadores y políticos

La memoria determina en gran manera el hacer diario de los ciudadanos. De alguna manera somos lo que recordamos. No pocos dirigentes políticos quieren gobernar el presente borrando o deformando el pasado. Sólo les interesa la historia que legitime sus intereses. Lo que fue, ya no puede no haber sido; en adelante, este hecho misterioso y profundamente oscuro de lo que fue, es un viático para el futuro.
Un recurso muy utilizado por historiadores y políticos es la simplificación del pasado. La historia sólo puede romper con los criterios y las clasificaciones comunes, y alejarse de las ellos en búsqueda de la objetividad. El universo del que ella debe dar cuenta es el objeto, y al menos por una parte el producto, de representaciones en competición, a veces antagónicas, que aspiran todas a la verdad y, por eso mismo a la existencia. Todo posicionamiento sobre los hechos se organiza a partir de una posición determinada en ese mundo, desde su conservación y el aumento del poder asociado a esa posición.

En las polémicas entre historiadores y políticos, el conocimiento práctico obedece a una posición tomada por la simplificación y la reducción: recurre al engorde de intereses propios y a etiquetas clasificatorias que designan o registran grupos que no contemplan el conocimiento de sus propios principios. La libertad con respecto a los prejuicios y a los determinismos sociales y económicos que pesan sobre el historiador es proporcional a la potencia de sus instrumentos teóricos y técnicas de objetivación. Una posición que no prevé ningún retorno crítico, orillando cualquier tipo de revisión de la posición a partir de la cual se expresa, no puede tener otro principio que los intereses asociados a la relación no analizada, con frecuencia ocultada, que el historiador mantiene como su objeto. Los elementos incontrolados, al margen, del rigor son el material propio de los políticos nada escrupulosos ante las diversas caras ofrecidas por la historia. De ahí nacen los populismos de memoria tan nefasta.

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