Está muy bien y hasta puede resultar gracioso que una guapa señorita de cierto arraigo familiar y haber sido nombrada senadora hace años por designación digital diga en el Congreso aquello de '¡que se jodan!' en plena excitación de aplausos y griterío.
Pero miren por donde, no olvidemos lo que la historia nos enseña. Son las similitudes de un hecho acontecido en el pasado de parecidas connotaciones verbales, aunque sus consecuencias hayan sido bien diferentes para sus protagonistas. El asunto correponde según creo a los comienzos de la Revolución francesa, cuando los alzados callejeaban con la cabeza empalada en una lanza de un tal Foulon, el militar y administrador del ejército cuyo último mérito en vida había sido pronunciar una frase que al final resultó letal. '¡Si la chusma no tiene pan, que coma heno!'... Y es entonces cuando en medio de los escandalosos recortes del Gobierno de Rajoy y tras los abucheos de rigor de la bancada socialista suena el 'escupitajo' de Andrea Fabra.
Si es repugnante el exabrupto verbal '¡que se jodan!', más lo parece viniendo de quien viene que (como es habitual), es la persona menos apropiada de tan injuriosa voz contra la dignidad de casi seis millones de parados. Lo dicho: próxima parada, Andrea Fabra.
Si es repugnante el exabrupto verbal '¡que se jodan!', más lo parece viniendo de quien viene que (como es habitual), es la persona menos apropiada de tan injuriosa voz contra la dignidad de casi seis millones de parados. Lo dicho: próxima parada, Andrea Fabra.
