TE QUEREMOS MAMÁ

Te fuiste el día de tu cumpleaños, en el mismo mes que papá y a la misma edad (77), en el Día Mundial contra el Cáncer.
El médico decía que la audición y el tacto aún los mantenías, por eso, sobre todo en las dos últimas noches en el hospital, no dejaba de hablarte y apretarte la mano, no quería quedarme dormido para no soltarla sin querer. La última noche te susurraba al oído diciendo que te quedaras tranquila, que todos estábamos bien, a tu lado. Unos minutos antes de que te fueras te decía que te estaba perfumando, pasándote suavemente y en repetidas veces mi dedo impregnado en colonia sobre tu rostro y tu cuello, te insistía diciendo que olías muy bien; luego te susurré diciendo 'mamá, vete con papá y el Antonio'... que te estaban esperando en el cielo. Suspiraste varias veces, la primera con más fuerza, creo que reclamando mi mano que por un momento solté para poderte perfumar. Comprendí que era tu manera de despedirte y te apreté fuertemente la mano para despedirme de ti.

Tus amigas estaban muy tristes y siempre las has tenido a tu lado, no dejaban de visitarte, de animarte, de mostrarte lo mucho que te querían, siempre hasta el final, al igual que tu prima Chelo que siempre estaba ahí, a tu lado. Me contaron cómo habías insistido en invitarlas, en una de vuestras típicas reuniones semanales, para celebrar la buena noticia con la que habías regresado de la Residencia de Ourense. La doctora te había, nos había, dicho que ya estabas 'limpia y curada' y que se te daba el alta, que simplemente deberías de regresar al pasar tres meses y hacer una revisión rutinaria. Qué contenta, cuánta felicidad tenías, teníamos todos. Sólo duró unos días, ya que de pronto te volvías a quejar de dolores, de molestias, pero siempre que se te intentó ingresar por urgencias te devolvían a casa en el mismo día, porque claro 'no tenías nada'. Cuando tu médico de cabecera insistió y recomendó que tenías que ingresar de manera inmediata y que no permitiéramos que volvieran a mandarte a casa, ni que siguieran actuando así, ya era demasiado tarde, ya estabas sentenciada, habías sido abandonada sanitariamente a la suerte, pero la suerte no jugaba. Cuando nos vieron a todos tan enfadados y amenazantes nos contaron un frío cuento sobre los protocolos y las estadísticas para así justificar el error, la negligencia que, para mí, te costó la vida. Te habían enviado para casa sin ningún tipo de seguimiento, tratamiento y control, pero claro, es normal, ya que según ellos estabas curada.

Tus últimos días los pasaste en Paliativos, todo el personal era maravilloso, atento y muy profesional, pero allí sabían, sabíamos, que sólo te quedaba morir. Eras muy buena, fuerte y vital. Has criado con papá a seis hijos que nunca os olvidarán. Ni entre todos podríamos compensar el cariño que nos habéis dado. Perdónanos mamá si no hemos sabido cuidarte mejor.

Mamá, no te has ido, sólo has cambiado la manera de estar entre nosotros. Te fuiste muy guapa, elegante y bonita, como siempre te gustaba estar, y así te recordaremos siempre tus hijos, tus nietos, tus seres queridos. Te queremos mucho mamá, siempre estarás en nuestros corazones.

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