El pasado sábado 16 de marzo celebraba mi cuñado Enrique, que es militar, el 25 aniversario de su Jura de Bandera.
Para ello se renueva el juramento ante la misma bandera, la de la Academia General de Zaragoza, por parte de los militares de la 47 promoción. Este tipo de actos castrenses tienen una parafernalia que los hace únicos y emocionantes: Lo primero, la Bandera de la Academia se recibe de pie al son del Himno Nacional en profundo respeto, después se renueva el juramento, se hace un homenaje a los caídos, y se termina con un desfile de los cadetes. Y todo ello salpicado de palabras importantes. En resumidas cuentas un rearme moral.
En estos tiempos donde muchos españoles reniegan de España, donde hablar de patria y de patriotismo suena a anticuado, sin saber que hablar de patria es hablar de padres, que renegar de la patria es renegar de nuestros padres y antepasados; donde se ve que la máxima aspiración de muchos jóvenes es ser concursante de programas tipo Gran Hermano. Después de actos como los del sábado, uno se da cuenta que no hay peligro, que las cosas están donde deben de estar, y que por más que haya marejadas o marejadillas, este barco nuestro no se hunde.
En estos tiempos donde muchos españoles reniegan de España, donde hablar de patria y de patriotismo suena a anticuado, sin saber que hablar de patria es hablar de padres, que renegar de la patria es renegar de nuestros padres y antepasados; donde se ve que la máxima aspiración de muchos jóvenes es ser concursante de programas tipo Gran Hermano. Después de actos como los del sábado, uno se da cuenta que no hay peligro, que las cosas están donde deben de estar, y que por más que haya marejadas o marejadillas, este barco nuestro no se hunde.
