Angy Fernández Sousa: "Con la pandemia me reencontré con mis raíces y con la pintura"

photo_camera La artista celanovesa Angy en la Sala dos Arcos. (L.F.)
María Ángeles “Angy” Fernández Sousa es pintora

La Sala dos Arcos de Celanova despedirá este lunes, festividad de San Roque, la exposición “Reencontros” que la artista María Angeles Fernández ha presentado esta primera quincena de agosto en su villa natal. Tras vivir en Canadá, A Coruña y Ourense, Angy lleva desde la pandemia redescubriendo sus orígenes en Celanova y también con su gran afición desde la infancia, la pintura.  

¿Qué significa la pintura para usted? 

La pintura siempre fue un escape, antes y también ahora, una relajación. Siendo niña me mudé a Montreal (Canadá), sin amigos y sin saber el idioma, me metí en una concha y lo único que hacía era dibujar, me encantaban los angelitos. Empecé así y gané varios certámenes, tanto en Canadá como después en A Coruña, donde nos trasladamos después. Estudié diseño e interiorismo y, aunque profesionalmente me he dedicado a la docencia (profesora de inglés), he recibido clases de dibujo y pintura con distintos maestros de prestigio. Luego, por una serie de razones de tipo personal y familiar, dejé aparcada esta actividad.

¿Cómo retomó la afición?

A finales de 2019, por razones familiares, trasladamos nuestra residencia a Celanova y luego llegó la pandemia. Los primeros meses, como supongo que le pasó a mucha gente, me volvía loca. Empecé a cocinar tartas y tartas, y cansada de engordar, pensé en hacer otra cosa y me reencontré de nuevo con la pintura. Los primeros trabajos me salieron un poco raritos, pero fui cogiendo agilidad y hasta ahora. Aquí tengo expuestos 25 cuadros, pero en el estudio tendré 10 o 15 más. Fue un trabajo intenso, de encerrarme en el estudio y no parar de pintar, de investigar, de estudiar distintas formas con las que dar vida a lo que tenía en mi mente. Como dice marido José Luis, el color ha sido una gran inspiración, pues necesitamos ver la luz, dar vida.

¿Cómo definiría su obra?

Lo mio es tirando para el abstracto, después pensando en lo que le puede gustar a la gente, pinto diferentes objetos o formas. Desde la luna roja hasta los amantes, la escena de los paraguas bajo la lluvia. Uno de los más especiales, y en el que me siento más identificada es el de “Los tres deseos” porque me evoca a los tiempos de Canadá.

¿Cómo ha sido la acogida por parte de sus vecinos?

Yo creo que muy bien. Hemos tenido muchas visitas y la gente se ha sorprendido mucho de mi obra. No se la esperaba. Esta es mi primera exposición, había hecho algo en Canadá y en A Coruña, pero colectivas y hace mucho tiempo. Todo el mundo me dice “como tenías eso dentro”. Han sido unas semanas muy intensas, me emocionó mucho la visita de los mayores de la residencia San Carlos y también la crítica sincera y pura de dos niñas, una de ellas quiere dedicarse a esto… También nos hemos reído mucho. Tenemos muchas anécdotas.

¿Qué planes tiene a partir de ahora?

Esto no se queda aquí, tengo que mejorar mucho más y ver más técnicas. El que me empujó a hacerlo fue mi primo Antonio Sousa, un día fue al estudio y lo lió todo para organizar esta exposición, conjuntamente con José Luis y el técnico de Cultura Antonio Piñeiro.  Pero ha merecido la pena, y si puedo, me gustaría seguir exponiendo. Ya he recibido alguna invitación para hacerlo, y Dios dirá si algún día puedo exponer en El Prado, en París o si vuelvo a Canadá… (risas).

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