Aires d’a miña Terra, la gran obra del poeta celanovés Curros Enríquez volverá esta primavera a las librerías de la mano de la Diputación de Ourense y la Fundación Curros Enríquez. 144 años después los poemas “A Igrexa Fría”, “Mirando ó chau” o “Pelegrinos a Roma” -que le valieron una denuncia y ser excomulgado por la Iglesia ourensana-, se reencontrarán con los lectores en una edición facsimilar de la tercera edición, corregida y aumentada.
Esta será una de las novedades de 2024, año en el que se conmemora el 20 aniversario de la Fundación Curros Enriquez y el 120 aniversario de su coronación como Poeta Nacional. Pero, ¿quién fue realmente Curros Enríquez?
Explorando la vida temprana y orígenes de Curros Enríquez en Ourense
Manuel Curros Enríquez nació un 15 de septiembre de 1851 en el número 37 de la calle Arriba, a la que años más tarde se le puso su nombre, en el seno de una familia bien posicionada. Su padre, José María Curros, era escribano y notario de la villa de San Rosendo. Precisamente un episodio “nada afortunado” con su progenitor -así lo recogen sus biografías- lo llevó a dejar su domicilio con apenas 15 años con destino a Madrid. En la capital cursó el bachillerato y empezó a estudiar Derecho, si bien su carrera profesional quedaría ligada al periodismo.
Casado con Modesta Vázquez, con quien tuvo cinco hijos, pasó gran parte de su vida a caballo entre Madrid y Ourense, donde llegó a trabajar en la Delegación de Hacienda hasta que, en 1894, y tras un periodo en Viana do Bolo y la capital, embarcó rumbo a Cuba.
En la emigración, emergió el Curros periodista, forjando una dilatada trayectoria en medios locales y otros que él mismo fundó como “La Tierra Gallega”.
Su relación con la emigración gallega en la isla vivió altos y bajos, pero fue uno de los promotores de la Asociación Iniciadora y Protectora de la Academia, germen de la creación de la futura Real Academia Galega.
Falleció en La Habana el 7 de marzo de 1908 y, la ciudad de A Coruña, que tan bien lo acogió en vida y que este recordó en más de una composición, reclamó sus restos que hoy permanecen en el cementerio de San Amaro. Los periódicos de la época cuentan que a su funeral acudieron 40.000 personas.
El legado literario de Curros Enríquez: Influencias y obras emblemáticas
“Aires d’a miña terra” (1880) es el poemario por excelencia del autor celanovés, de la que se publicaron tres ediciones en seis años, además de ser traducida al castellano en 1892. Pero su extensa obra poética lo convierte en una de las voces fundamentales de la literatura gallega, considerado- junto con Rosalía de Castro y Eduardo Pondal- en una figura clave del Rexurdimento gallego.
Estando en Madrid escribió “Cantiga”, su primer poema en gallego en 1869. Le seguirán “Unha voda en Einibó”,”O gaiteiro de Penalta” y “A Virxe do Cristal”, tres claras referencias a su tierra y con las que ganó, en 1877, un certamen poético en Ourense.
Completan su bibliografía son “El Padre Feijoo” (1879) por encargo del Marqués de Trives, “N’a chegada a Ourense da primeira locomotora” ´(1881), “O divino sainete” (1888) o “El maestre de Santiago” (1892). De su estancia en el País Vasco en 1875, como corresponsal en la Tercera Guerra Carlista, publicó “Cartas del norte” y, en 1878, vio la luz la novela “Paniagua y Compañía (Agencia de sangre).
En 1967, la Real Academia Galega le dedica el Día das Letras Galegas y, en la actualidad, su nombre y legado abandera cuatro centros educativos en toda Galicia y más de medio centenar de espacios públicos.
El contexto social y político que inspiró a Curros Enríquez
Del relato de su obra, y de sus biografías, se desprende un hombre sensible, con detalles de generosidad y que marcó una escuela poética en su tierra, empezando por otro grande de las letras gallegas, Celso Emilio Ferreiro (1912-1979). Una larga lista de escritores y poetas nacidos en estas tierras, desde tiempos del fundador San Rosendo hasta nuestros días, con el "arraiano" Xosé Luis Méndez Ferrín, que han bautizado a Celanova como Tierra de poetas. Sobre él se dice que fue un poeta anticaciquil y anticlerical, con un marcado compromiso social con el campesinado gallego, y defensor de una sociedad liberal y laica.
Curros Enriquez, que nació en el despertar de la Celanova Moderna tras la marcha de los monjes del Monasterio de Celanova, vivió los últimos coletazos de las guerras carlistas en el País Vasco y también la explosión, en febrero de 1895 la Guerra de Independencia en Cuba.
La relevancia de su figura fue tal que, con frecuencia, salían noticias en prensa sobre su persona, algunas relacionadas con su salud algo delicada, y llegando el propio Curros a tener que salir a desmentir alguna de ellas.
Para seguir profundizando en la figura de este ilustre celanovés, así como anécdotas de su vida, enseres personales y curiosidades, es imprescindible una visita a la Casa dos Poetas de Celanova. El espacio museístico impulsado por el patronato de la hoy Fundación Curros Enríquez en la antigua casa familiar.
