Sueños de Olimpia

Genios ante el tablero, fieras en competición

Año 1978, Korchnoi con gafas de sol ante Karpov, durante el polémico Mundial de Filipinas.
photo_camera Año 1978, Korchnoi con gafas de sol ante Karpov, durante el polémico Mundial de Filipinas.


A gran parte de los ajenos al Ajedrez, este deporte nos parece un arte reservado para  mentes privilegiadas.

Genios, pero también  humanos. Capaces de convertir una lucha de caballeros en una refriega callejera. La reciente acusación de tramposo contra el estadounidense Has Niemann, promulgada por varios ajedrecistas -incluido el actual campeón mundial, Magnus Carlsen- nos recuerda momentos en los que el tablero sobrepasó sus dimensiones y reclamó la atención mundial.

Lo fue en 1972, durante el duelo Fischer-Spassky en plena Guerra Fría. También durante la década de los 80, con la batalla entre la vieja y la nueva URSS, Karpov versus Kasparov.

A medio camino entre ambos momentos, y un tanto relegado en la historia, se encuentran los duelos entre los rusos Anatoly Karpov y Viktor Korchnoi.

La primera y gran cita  entre ambos ajedrecistas se desarolló en Moscú (1974), la final del cual saldría el candidato para recuperar el título mundial, perdido ante Bobby Fischer.

Tras dos meses y 24 partidas, el joven Karpov resultó vencedor. Korchnoi, 20 años mayor, acusó al régimen de favorecer a su mimado, obstaculizarle y discriminarle por ser judío.

Estas declaraciones supusieron un castigo muy soviético: rebaja de sueldo, aislamiento, micrófonos en casa y control de su correo personal... Karpov fue proclamado campeón mundial en 1975 tras la ausencia del peculiar Fischer.

Korchnoi, enojado, tomó una drástica decisión. En 1976, tras un torneo en Holanda, solicitó asilo político. Era el primer Gran Maestro en dar semejante paso. Significó perder a su familia y ser considerado traidor. Su sed de venganza iba más allá. Quería derrotar al propio régimen.


Korchnoi luchó contra Karpov y toda la URSS


Korchnoi se preparó a conciencia en 1977. Derrotó a otros compatriotas -Spassky, Petrosian y Polugayevski- y se presentó candidato ante un consolidado Karpov.

La final se disputó en 1978 en Baguío (Filipinas) bajo la dictadura de Ferdinand Marcos. Su repercusión fue enorme.

No era sólo una partida. Era la lucha entre la ortodoxia soviética y la disidencia exiliada. La presión para ambos contendientes fue terrible. Korchnoi exigía a diario la liberación de su hijo -trasladado a Siberia- y su mujer, incomunicada, si bien él se consolaba con su secretaria.

La URSS envió a Filipinas a un equipo de 18 miembros del KGB para ayudar, más bien presionar, a Karpov, desconcentrar a su rival y amenazar a su equipo, provocando la huida de algún miembro.

Al frente de esta delegación estuvo el coronel Viktor Baturinsky, famoso ejecutor de las 'purgas' de Stalin. La misión, registrada en archivos desclasificados, era impedir "por todos los medios" la victoria del "traidor".

Entre el 18 de julio y el 18 de octubre, el ambiente fue más irrespirable de lo habitual en la isla. Korchnoi acusó a Karpov de tramposo y a su propio equipo de "espías". Exigió que se controlase hasta los vasos de yogur que bebía el soviético en las partidas.

También la expulsión de la sala a un misterioso hombre que perturbaba sus pensamientos. Al parecer, un parapsicólogo del régimen. Llegó a presentarse con gafas de sol y acompañado de dos gurús indúes -Didí y Dada- para contrarrestar su efecto.

Tras 32 partidas de mucha polémica y poco juego, Karpov logró la sexta y definitiva victoria. Korchnoi no aceptó el resultado, se fue sin cobrar, clamando un nuevo y "limpio" duelo.


Niño de la guerra, grande sin título

Los especialistas consideran a Viktor Korchnoi (1931-2016) uno de los más grandes Maestros de Ajedrez sin título. Korchnoi, de ascendencia judía, sufrió el horror de la II Guerra Mundial. A los 10 años, perdió a sus padres en un bombardeo sobre Leningrado (actual San Petersburgo). Sobrevivió al posterior y terrible asedio de los nazis, dos años y casi cinco meses, esquivando obuses, robando las cartillas de racionamiento de los cadáveres para alimentar a su abuela. Todo un mérito, la batalla causó casi tres millones de muertos, entre soldados y civiles. Prosperó en el monstruoso régimen comunista gracias a su talento ante el tablero. Su deserción en 1976 fue el fin de todo vínculo con su país natal. Sólo logró la salida de su familia en 1982, ya divorciado de su primera esposa. Korchnoi volvió a luchar por el título en Italia (1981), pero Karpov le derrotó con contundencia (6-2). En 1983 permitió trasladar la semifinal contra Gari Kasparov a Londres, y evitar la eliminación del ruso. Kasparov ganó y recogió su testigo de rebeldía contra el régimen.


Mismo perro, otro collar

 "La diagonale du fou", Richard Dembo. (1984, Francia-Suiza) 110 min.

Traducida en España como 'La diagonal del loco', en lugar de un más apropiado 'La diagonal del alfil', esta película recrea aquel Mundial del 78. Pero sitúa la acción en 1983 en Suiza, convierte a Korchnoi en impetuoso y joven aspirante, mientras a Karpov en sabio y viejo campeón. A pesar de la simulación -quizá para evitar un conflicto diplomático- todo concuerda con lo sucedido en Filipinas. Fue premiada con un Oscar en 1985. Apta para todos, expertos o no. También es recomendable el documental 'Closing Gambit' (Alan Byron).

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