Benzema, el nuevo líder de los 'bleus'

El jugador de la selección francesa Karim Benzema (c) patea el balón ante el guardameta de Serbia Zeljko Brkic durante el juego amistoso en el estadio Auguste Delaune de Reims (Francia). Foto EFE/YOAN VALAT
A sus 24 años, Karim Benzema se ha convertido en el vértice de la selección francesa, que ha depositado en el delantero del Real Madrid el liderazgo de una generación llamada a lavar la imagen de unos 'bleus' mancillada desde el pasado Mundial.
Pese a su escaso carisma fuera del campo, su timidez evidente y su poca propensión al mando, Benzema se ha encontrado en el centro de una selección huérfana, sedienta de un referente tras la retirada de Zinedine Zidane.

Y el jugador, nacido en una barriada modesta de las afueras de Lyon en el seno de una familia de origen magrebí, parece ahora más dispuesto que nunca a dar un paso al frente y hacerse con las riendas de la selección francesa.

Lo hace en la mejor temporada de su carrera, tras haberse convertido en un jugador imprescindible en el siempre competitivo Real Madrid, y haber marcado 31 goles y dado 14 asistencias.

La Eurocopa puede ser la consagración de un jugador que ha tardado tres años en imponerse en el conjunto blanco, donde la presión de la competencia estuvo a punto de destruirle pero acabó por crear un diamante.

Benzema considera al entrenador, José Mourinho, su mentor: 'Fue el quien me picó para despertarme'. El portugués le trató con dureza, reiteró las críticas al jugador y le relegó al banquillo para herir su orgullo.

'Pero me trató como un padre trata a un hijo', recuerda ahora el francés, que no tiene más que palabras de agradecimiento para el entrenador.

Tras tres años, la estrategia de Mourinho dio sus frutos y el Benzema lento, despistado y un poco sobrado de peso ha dejado paso a un potente y hábil delantero decisivo.

Una pieza clave también para la selección, donde su camino tampoco fue fácil. Elevado muy joven al estatuto de estrella en el Lyon, recaló pronto en los 'bleus', y en 2008 fue convocado para la Eurocopa y donde su intento de dar un paso al frente le enemistó con los veteranos.

Dos años más tarde se quedó fuera del Mundial, víctima de la mala temporada que había completado en el Madrid.

Aquel descarte lo vivió como una herida. El rotundo fracaso de Francia en Sudáfrica, un seísmo que marcó a todos los que estaban en aquella tormentosa concentración, dejó un pasillo para la llegada de una nueva generación de futbolistas que, a la fuerza, tenían que estar liderados por Benzema.

El delantero se convirtió en el estandarte de la llamada generación del 87, campeona de Europa sub-17 y que ahora desembarca en la absoluta, con nombres como Hatem Ben Arfa, Sami Nasri o Jéremy Ménez.

Enseguida, el delantero se encontró con la total confianza de Laurent Blanc, que adoptó la una táctica similar a la de Mourinho, con palos y zanahorias para el jugador.

En total, Bezema ha marcado 13 goles en 43 partidos internacionales, pero todo apunta a que será la estrella del equipo.

El jugador lo sabe y confía en sus opciones y en su calidad, el salvoconducto que siempre le ha servido para sobreponerse a las contrariedades.

Obstáculos que comenzaron pronto en su carrera. Con ocho años un problema administrativo estuvo a punto de privarle de la entrada en el Bron, el club de su barrio.

Pero la insistencia de su padre en que le vieran jugar acabó por convencer a los técnicos del equipo. En el primer duelo contra los benjamines del Lyon marcó dos tantos y enamoró a los gestores del mejor club de la región, que no dudó en hacer una oferta a su padre para que, excepcionalmente, ingresara en el internado del club, normalmente reservado a los chavales de otras provincias.

Fue la oportunidad de alejarlo de las tentaciones de un barrio cargado de problemas de droga y delincuencia.

Su progresión fue fulgurante y su ascenso en el Lyon meteórica. A los 16 años ya jugaba en el segundo equipo y, ocasionalmente, entrenaba con el primero, con el que debutó en 2005.

En 2007 explotó como jugador, al aprovechar los pocos minutos que le dejaban. En once partidos sumó once dianas y su nombre comenzó a sonar en los grandes equipos europeos, hasta que el Madrid de un recién regresado Florentino Pérez le abrió las puertas.

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