La salida en el descanso de Benzema, junto a Khedira y Özil, decisiva en la remontada del Madrid, que perdía 0-2 en el descanso contra el Málaga

El Madrid de las grandes noches

Cristiano Ronaldo se dispone a disparar a puerta ante la oposición del francés del Málaga Toulalan. (Foto: ALBERTO MARTÍN)
La entrada en escena de Benzema levantó de la lona al Real Madrid para liderar la remontada en la segunda parte (del 0-2 del descanso al 3-2 final).
El Real Madrid acusó el parón navideño. Se le atragantó por momentos el turrón. Alejado de su imagen demoledora en el primer tiempo. De su fútbol vertical. La incredulidad se apoderaba de un estadio lleno. No esperaba la frialdad, la falta de tensión inicial. Dos líneas de cuatro con mucho orden fueron suficientes para desdibujar al Real Madrid.

La sorpresa llegó a los diez minutos. Un saque de esquina puesto por Cazorla lo remató a placer Sergio Sánchez. Perdió la marca Higuaín.

Todo se agravó con un nuevo error defensivo. Aquellos fallos del pasado en acciones a balón parado resucitaron. Otra vez un saque de esquina fue rematado a placer. Demichelis, liberado de Pepe, se aprovechó de la mala salida de Casillas.

No hubo reacción en el campo antes del descanso. Le tocaba a Mourinho provocarla. Sus palabras en el vestuario y tres cambios de golpe hicieron que el Real Madrid saliese enchufado. Con fe en la remontada. Khedira, Özil y Benzema le devolvieron al equipo su personalidad.

Si un equipo es capaz de remontar lo imposible ése es el Real Madrid. Va en su adn. Los riesgos que corrió Mourinho con los contragolpes del Málaga se fulminaron cuando se inició la remontada.

Y después de dos avisos de Benzema y Cristiano fue Khedira el que se echó el equipo a la espalda. Primero marcó un gol en fuera de juego, después de una pared con Özil. Y en el segundo intento lo consiguió con un derechazo ante el que reaccionó tarde Caballero.

Era el gol que necesitaba el Real Madrid. Restaban 22 minutos. Benzema se multiplicaba en el campo. Aparecía por cualquier espacio. Özil subía la marcha de velocidad del equipo. En un minuto frenético llegaba el empate. Un grave error de Sergio Sánchez y la fe inquebrantable de Higuaín. Una cesión al portero la adivinó el argentino, que marcó a placer.

Ya no había quién frenase al Real Madrid. Volcado. Haciendo daño en cada acción. Higuaín volvió a demostrar su compatibilidad con Benzema. Un toque de calidad al desmarque y definición perfecta del francés.

La eliminatoria viaja con mucha vida a La Rosaleda. Es el espectáculo de la Copa del Rey.

Te puede interesar