Rafa Nadal perdió hace una semana la final del Abierto de Estados Unidos contra el serbio Novak Djokovic. Al momento, gran parte de los aficionados y los medios de comunicación españoles entonaron el típico '¿por qué Nadal pierde siempre?'.
El mallorquín, fiel a su nobleza, ya declaró en su momento que Djokovic no se le atraganta a él, se le atraganta a todos. El serbio vive el momento más dulce de su carrera, en perfecta conjunción de forma física, conocimiento del juego, ambición y esa pizquita de suerte que aporta la inercia ganadora. Dicen que el sensible cambio en su entrenamiento, dieta y preparación psicológica, ha obrado el milagro. Lo cierto es que Novak ya era el número tres los últimos años, batiendo en ocasiones a Nadal y a Federer, aunque sin la regularidad actual.
Nadal quizá no esté en su mejor momento, pero ha llegado a las finales más importantes de la temporada. Es el número dos porque el primero está intratable y hoy juega mejor que él. Así lo ha reconocido.
Claro, estos segundos puestos no le gustan a parte del público y los medios de este país de pandereta, que sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando llueve. Algunos sabios del deporte indican en sus artículos que el español está acabado, como Federer en su momento o el Barcelona la pasada temporada.
La verdad es que no está nada mal para un 'acabado' haber ganado Roland Garros y haber finalista en Wimbledon y Estados Unidos. Si alguno es capaz de mejorarlo que dé un paso al frente.
Disfrutemos. Si gana, magnífico; si pierde jugando al máximo, también.
Nadal quizá no esté en su mejor momento, pero ha llegado a las finales más importantes de la temporada. Es el número dos porque el primero está intratable y hoy juega mejor que él. Así lo ha reconocido.
Claro, estos segundos puestos no le gustan a parte del público y los medios de este país de pandereta, que sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando llueve. Algunos sabios del deporte indican en sus artículos que el español está acabado, como Federer en su momento o el Barcelona la pasada temporada.
La verdad es que no está nada mal para un 'acabado' haber ganado Roland Garros y haber finalista en Wimbledon y Estados Unidos. Si alguno es capaz de mejorarlo que dé un paso al frente.
Disfrutemos. Si gana, magnífico; si pierde jugando al máximo, también.
