El primer ministro Passos Coelho está dispuesto a ir más lejos de lo exigido por la UE y el FMI

Los nuevos ajustes provocan la contestación social en Portugal

Passos Coelho, ayer en el Parlamento portugués. (Foto: TIAGO PETINGA)
Un nuevo plan de ajuste fiscal para 2012, el más duro de las últimas décadas y el tercero en cuatro meses, provocó la contestación social en Portugal, donde los sindicatos se disponen a combatirlo, mientras que la oposición de izquierdas advierte de sus perniciosos efectos. El aumento en media hora diaria de la jornada laboral en el sector privado, la supresión de las dos pagas extra a los funcionarios y pensionistas y una subida del IVA en numerosos productos y servicios son algunas de las medidas anunciadas por el Gobierno luso que causaron polémica en el país.
El primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, las justifica al considerarlas necesarias para evitar la bancarrota del país, que ya vive al abrigo de un préstamo internacional de 78.000 millones de euros.

En un debate parlamentario celebrado ayer, Passos Coelho confirmó que 'la austeridad en 2012 tendrá que ir más lejos' de lo pactado en mayo entre Portugal, la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ambos organismos multilaterales piden a cambio del préstamo de 78.000 millones de euros varias reformas económicas que lleven a una brusca contracción del déficit luso del 9,8 % en el 2010 al 4,6 % en 2012.

Durante su intervención, el jefe de Gobierno acusó al anterior Ejecutivo socialista (2005- junio del 2011) del desorden en las cuentas públicas, que este año registran, según sus cálculos, desvíos de unos 3.000 millones de euros que necesitan ser corregidos. El resto de grupos de la oposición, todos de tendencia de izquierda, aprovecharon el debate para verter fuertes críticas a la coalición conservadora que lidera Passos.

'Cuando se suma austeridad a la austeridad es el camino equivocado, es el camino que Grecia escogió', alertó el líder de la oposición lusa, el socialista Antonio José Seguro, quien pronosticó que los portugueses reaccionarán a este nuevo plan fiscal.

Los sindicatos también acogieron con indignación las medidas para el 2012, que castigan especialmente a los funcionarios públicos, a los que ya habían bajado el sueldo en una media de un 5 % durante el pasado año. A partir del 2012 y hasta finales del 2013, los que ganen más de 1.000 euros mensuales se verán privados de las pagas de verano y Navidad del mismo modo que los trabajadores de empresas públicas y los pensionistas. Dentro de este amplio segmento y para quienes tengan un salario de entre 485 euros mensuales -el mínimo en Portugal- y 1.000, habrá cortes proporcionales que equivaldrán en media al valor de una paga.

La principal central sindical del país, la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP, de tendencia comunista), y la Unión General de Trabajadores (UGT, socialista) han adelantado que se reunirán la próxima semana para concretar su respuesta.

Una nueva huelga general, la última conjunta se celebró el 24 de noviembre de 2010 contra el anterior Ejecutivo socialista de José Sócrates, no está descartada como 'último recurso', de acuerdo con comentado por la CGTP, central que afirma tener unos 800.000 afiliados en un país con 10,5 millones de habitantes.

Su líder, Manuel Carvalho da Silva, consideró además una buena oportunidad de movilización la manifestación convocada para mañana por la llamada 'Generación en apuros' ('Geracao á rasca'), que congregó el pasado marzo a más de 100.000 descontentos solo en Lisboa.

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