Una bomba de gran potencia mató a dos inmigrantes ecuatorianos que dormían en sus coches

Un año después del atentado de la T-4 de Barajas, ETA mantiene la amenaza terrorista

Familiares de las víctimas en el concierto en recuerdo de los fallecidos.
Con el atentado en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas en Madrid, del que hoy se cumple un año, la banda terrorista ETA rompió el alto el fuego que mantenía desde el 24 de marzo de 2006 y puso fin una vez más a las esperanzas de paz en España.
Las cosas van mejor que hace un año, y dentro de un año aún irán mejor, aseguraba el presidente del Gobierno el 29 de diciembre de 2006 al referirse al entonces llamado ’proceso de paz’ con ETA. Un día después, el 30 de diciembre, una furgoneta Renault Trafic de color granate cargada con más de 500 kilos de explosivos estallaba poco después de las nueve de la mañana en el aparcamiento de la Terminal T-4 del aeropuerto de Barajas en la capital de España. Los autores materiales del hecho continúan aún hoy sin identificar y ETA mantiene viva la amenaza terrorista.

Se cumple ahora un año de aquel atentado que costó la vida a los ecuatorianos Diego Armando Estacio, de 19 años y Carlos Alonso Palate, de 34, que habían acudido al aeropuerto sábado para recoger a unos familiares que venían desde Ecuador. La búsqueda de sus cuerpos se prolongó hasta el 6 de enero y fue necesario remover millones de toneladas de escombros ocasionados por una deflagración que produjo temperaturas que alcanzaron los 1.000 grados, para encontrar los cadáveres. Hasta el mes de septiembre de este año no se terminaron las labores de demolición, desescombro y reconstrucción del nuevo módulo D de aparcamiento de la T-4 después de reinvertir más de 30 millones de euros.

Monolitos

En su interior, en las plazas, 403 y 614unos monolitos recuerdan los lugares en los que fallecieron los dos ciudadanos ecuatorianos (cuyos familiares cuentan ya con la nacionalidad española) que se habían durmiendo en el interior de sus vehículos que resultaron aplastados por toneladas de cascotes. El de la T-4 fue un atentado que además supuso la ruptura del alto el fuego que la banda terrorista había decretado el 22 de marzo y el final de un proceso que había ilusionado a millones de españoles y escandalizado a otros tantos. Con el atentado ETA dejaba atrás tres años y medio de causar muertos con sus atentados, desde que a finales de mayo de 2003 asesinara a dos policías nacionales en la localidad navarra de Sanguesa.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ordenó ’suspender’ de inmediato todas las iniciativas para desarrollar el proceso de diálogo con ETA que estaba condicionado a que la banda demostrara su ’voluntad inequívoca’ de abandonar la violencia.

Desde el PP, Mariano Rajoy, declaraba que ’ETA es una organización criminal, que no quiere ninguna paz’ y aseguraba que tras el atentado, el presidente del Gobierno estaba obligado a garantizar que ’a partir de ahora, no va a haber ninguna negociación con la organización terrorista ETA, que no se va a pagar ningún precio político y que el Estado de Derecho va a actuar con contundencia y firmeza’.

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