El periplo ha tenido varios objetivos: desde buscar el voto de la España rural a dar esa imagen de cercanía que tanto ha faltado en esta legislatura
Ha sido hoy en Cangas de Onís, en Asturias, en cuyo término municipal se libró la batalla de Covadonga en el año 722, donde Mariano Rajoy ha finalizado su particular "reconquista" de votos por los pueblos de España.
Y ha sido una apuesta personal del presidente del Gobierno y estratégica por parte de su equipo la de llevar a su candidato a la reelección a todos los pueblos que permitiese la agenda.
El periplo ha tenido varios objetivos: desde buscar el voto de la España rural a dar esa imagen de cercanía de Rajoy que tanto ha faltado en esta legislatura.
No han cesado de repetir los asesores de Rajoy que ésta es "la España real" y de asegurar que lo que ha querido el jefe del Ejecutivo era hablar, como él siempre dice, con el máximo de españoles que le fuera posible.
Pero detrás de tantas buenas intenciones hay también, sin duda, un cálculo electoral.
Junto a la imagen de un presidente del Gobierno que paseaba -en muchos casos por primera vez- por marcos incomparables saludando, besando, fotografiándose con los vecinos y probando los manjares de cada lugar, está el claro objetivo de mostrar a un Rajoy lo más cercano posible y alejar, para siempre, el estigma del 'plasma'.
Pero también está el propósito de acercarse a graneros de votos tan importantes para el PP como los pensionistas, su público mayoritario en estas ocasiones.
No en vano, Rajoy ha repetido en todos los pueblos que ha visitado que su Gobierno no congeló las pensiones y se ha comprometido a mantener el sistema mientras advertía de que otros, a lo mejor, no están en disposición de dar tal garantía.
Esta mañana, en Cangas de Onís, Rajoy ha dado un breve discurso frente al puente romano de la localidad, bajo el que cuelga la Cruz de la Victoria.
Uno de los símbolos de la Reconquista ante el que el presidente ha vuelto a prometer -como hace también en todos los pueblos por los que pasa- que es el PP el único partido que defiende la unidad de España.
Y aquí ha sido donde ha hecho otra promesa de lo más patriótica, la de crear un Museo Nacional de la Historia de España, igual que los que tienen países como Estados Unidos o Francia.
Ha sido en los pueblos, en definitiva, donde más ha apelado Mariano Rajoy a los sentimientos de los ciudadanos para pedirles su voto.
Desde Béjar (Salamanca), donde inició la batalla legal contra la moción soberanista catalana, hasta Cangas de Onís, han sido más de una veintena de pueblos los que ha visitado Rajoy en precampaña y campaña.
Y casi todos los paseos han sido amables, sin incidentes, con muchos aplausos y parabienes para el presidente y candidato. Ha sido sencillo, porque en la mayoría de estos municipios gobierna el PP holgadamente.
A Mariano Rajoy le quedan dos días de campaña para tratar de convencer a los miles y miles de indecisos que no saben si votarle. Muchos de ellos, antiguos votantes del partido.
De ahí esta ruta rural tan cercana e idílica. Ha sido, en realidad, la pretendida reconquista de Rajoy, que en lugar de comenzar en Asturias, acaba precisamente aquí, en la tierra de Don Pelayo.
