Todos hablan de Rubalcaba

Pérez Rubalcaba charla con Elena Salgado duranet la sesión de control en el Congreso. (Foto: Juanjo Martín)
Rubalcaba se sentó ayer dos filas por detrás del banco azul del Congreso y aunque no dijo ni palabra, estuvo presente en la práctica totalidad de las intervenciones que se sucedieron a lo largo de la sesión de control.
Sentado en su nuevo escaño de diputado raso, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya candidato oficial del PSOE a la Presidencia del Gobierno, asistió a una sesión de control del Congreso donde se habló de él más que nunca, y eso que no pronunció ni una sola palabra, ni dentro ni fuera del hemiciclo.

Palabras en público, porque el candidato/diputado sí cruzó muchos comentarios con su compañero de bancada, Antonio Hernando, incluso cuando su anterior interlocutora en los plenos, la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, le hacía protagonista de su pregunta, ayer dirigida a la vicepresidenta económica, Elena Salgado.

Sus señorías, atentas a los gestos de Rubalcaba en su primera sesión de control fuera del banco azul, le vieron llamar a Salgado cuando ella se disponía a abandonar el hemiciclo, una vez respondidas las tres preguntas que le había preparado el PP. Algo le dijo al oído, entre sonrisas, para continuar sentado en su sitio a la espera del estreno en el pleno de su sucesor en Interior, Antonio Camacho, objeto de muchas felicitaciones por parte de diputados del PSOE y al que también se acercó él, antes de dejar el hemiciclo, para hacerle alguna observación.

Fueron varios los oradores que ayer se acordaron de Rubalcaba, como Sáenz de Santamaría, convencida ante Elena Salgado de que el Ejecutivo 'ya no tiene tiempo para reciclar un candidato' y España necesita un presidente, y no precisamente socialista.
La 'número dos' del Gobierno le contrestó que espera que el líder del PP, Mariano Rajoy, tenga ganas de debatir con él en la ansiada campaña electoral. En cualquier caso, afirmó que ella no va a entrar en debates 'de palabras huecas y vuelo bajo' e invocó a Goethe, quien decía que 'donde faltan las ideas, se tienden a poner muchas palabras', para regocijo de los diputados del PSOE.

Puso el PP más Rubalcaba en el guiso con su primera pregunta para Antonio Camacho, a cargo de Arturo García Tizón, el cual ha planteado la ética del exministro del Interior, que comenzó a organizar las elecciones siendo candidato.

Sin agotar su tiempo, el nuevo ministro defendió a su antecesor porque lo que hizo no sólo fue 'ético' sino 'absolutamente responsable', ya que los comicios deben prepararse con antelación suficiente.

Joan Ridao, portavoz de ERC, también mentó al candidato/diputado cuando preguntaba a Zapatero por las declaraciones de algunos ministros, con los qué él se confiesa de acuerdo, contra los 'sueldos obscenos' de los banqueros. El republicano catalán diagnosticó al PSOE un 'trastorno de personalidad y un desdoblamiento' debido a la 'bicefalia' derivada de la proclamación de Rubalcaba y, entre protestas del grupo socialista, dijo que aunque los socialistas aparecen en los mítines 'disfrazados de izquierdosos', al día siguiente se ponen el traje de ministro y le bailan el agua a los bancos.

Rodríguez Zapatero le reseñó las medidas del Gobierno en pro de la progresividad fiscal y argumentó que el PSOE y su candidato tienen 'derecho' a proponer otras. 'Y además me encantaría que las pudiera debatir con usted', le espetó, pensando no sólo en un Rubalcaba presidente tras las elecciones, sino en quién defenderá entonces las siglas ERC en el Congreso.

Como habrá que esperar a esos comicios para poder asistir a un 'cara a cara' parlamentario con Rubalcaba, sea o no presidente, entre tanto el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, tiene que seguir planteando sus dudas sobre la economía al actual jefe del Gobierno. Y ayer lo ha hecho no sólo recordándole que si hubiera 'hecho los deberes en casa' no le afectarían tanto 'los problemas de fuera', léase la crisis de las deudas soberanas en la zona euro, sino también dedicando al Ejecutivo el calificativo de 'provisional'.

Es más, en su opinión está 'desacreditado', nadie confía en él y tiene un 'presidente en funciones', algo que molestó mucho a Zapatero.

Al contestarle, el presidente leexigió 'respeto institucional, a los tiempos y a las formas', y le recordó que ahora 'no hay un presidente ni un Gobierno en funciones' sino 'un presidente y un Gobierno con todas las facultades constitucionales' que no estará en funciones hasta que haya elecciones.

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