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Balance económico del 2015: entre retos y esperanzas

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photo_camera Balance económico del 2015.

Una vez finalizado el 2015, es el momento adecuado para hacer balance de la situación económica que nos ha tocado vivir este año en Galicia

CAMBIO DE TENDENCIA
Sin duda, el punto de partida para entender desde una perspectiva económica 2015, fue que ya a finales de pasado año se comenzaba a constatar un cambio de tendencia, tenue, pero por lo menos, una ligera mejora de las expectativas económicas. Esto ha permitido cierto respiro a las grandes cifras macroeconómicas, en especial el Producto Interior Bruto (PIB) y  la tasa de desempleo. Sin embargo, y a pesar de las esperanzadoras noticias, aún es pronto para echar las campanas al vuelo. Es evidente que a nivel agregado hay cierta mejoría económica, pero no lo es menos que todavía no llega a nivel microeconómico. Y a tenor de lo que estamos viviendo, esto tardará en llegar.
Las políticas económicas contractivas, que tenían como objetivo fundamental la reducción del déficit público, han provocado un recorte sin precedentes en las principales partidas de gasto, tanto social como de inversión, y esto ha afectado notablemente a la situación económica de las familias, en especial sobre su capacidad de consumo. Es cierto, que se ha conseguido reducir en muy poco tiempo el déficit público en Galicia. En 2011 esta magnitud suponía el 5,1% del PIB, mientras que en 2014 apenas ascendía al 1% del PIB gallego. Es más, en el segundo trimestre de 2015, el déficit público en Galicia no llegaba al medio punto del PIB. Desde 2011 a 2014 se ha conseguido que el déficit en Galicia pase de 2.857 millones de euros a 536 millones.


Cuestión distinta ha sido cómo se ha logrado reducir tanto en tan poco tiempo y, sobre todo, los efectos que esto ha generado. Además, y a pesar de la dureza de estas políticas económicas, el comportamiento de la deuda no ha sido el esperado.Durante este período la deuda pública en Galicia pasó de representar el 12,7% al 18,5% del PIB. En el tercer trimestre de 2015, la deuda suponía 10.289 millones de euros, lo que representa el 18,6% del PIB gallego. Durante estos últimos cinco años cada gallego pasó de deber 2.600 euros a 3.762 euros, debido sobre todo a la fuerte caída en la recaudación provocada por la crisis económica. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, el Impuesto sobre Sociedades y el Impuesto sobre el Valor Añadido se han llevado la peor parte de esta merma recaudatoria. 


Afortunadamente, desde el primer trimestre de 2015 se observa cierto comportamiento de contención de la deuda pública, que esperemos se mantenga en el último trimestre de 2015 y durante todo 2016. Además, Galicia está entre las cinco Comunidades Autónomas (CC.AA.) con menor porcentaje de deuda pública en relación al PIB durante el tercer trimestre de 2015, muy por debajo del 40% de la Comunidad Valenciana o el 33,6% de Cataluña. Al menos, hay atisbos para la esperanza.
También, en relación al PIB, Galicia registró un buen comportamiento en 2015, sobre todo si nos comparamos con la situación hace un quinquenio con tasas interanuales de crecimiento negativo del 1,7% del PIB.  Ya 2014, con un ligero incremento del 0,5% comenzaba a señalar un cambio (ligero) de tendencia. Los cálculos para 2015 siguen reflejando esta situación, lo que sin duda es una nota positiva. Así, en el segundo trimestre de este año la economía gallega registró un aumento interanual del PIB de 1,8%. 


Lo menos positivo es que este aumento fue casi la mitad de lo que registró, para el mismo período, la economía española. Lo anterior nos lleva a pensar, que de no producirse cambios, Galicia presenta cierta rémora en el proceso de recuperación económica. Esto no es nuevo, ya que desde siempre Galicia manifiesta un retardo en relación a la economía nacional. Este gap supone que en un escenario de crisis, la economía gallega reduce su crecimiento de forma más lenta que media nacional. Sin embargo, en situaciones de crecimiento, nos cuesta mucho más mejorar nuestros indicadores. Esto provoca que la convergencia económica de la economía gallega con la media nacional que se estaba produciendo antes del inicio de la crisis económica, se haya ido al traste. Ahora que la mayor parte de las CC.AA. están registrando importantes incrementos en el PIB, Galicia es la quinta región con menores tasas de crecimiento. Esto perjudica notablemente el proceso de convergencia económica con la media nacional, que de seguir así implicará cuanto menos un decenio adicional. Si Galicia consigue una tasa de crecimiento interanual del PIB en 2015 del 2%, ya sería un buen dato.En resumen, progresamos, pero a un ritmo más lento que la media nacional.

BUEN AÑO  DE  LAS EXPORTACIONES
En materia de exportaciones también 2015 fue un buen año para Galicia, aunque menos de lo esperado. Sin duda la crisis económica que están padeciendo las cinco economías nacionales más emergentes del mundo (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), más conocidas como BRICS y el desplome del precio de petróleo, con la consiguiente pérdida de capacidad de compra de los países productores, ha provocado una menor demanda de productos que lo esperado. Así, tras los buenos resultados de 2013, donde Galicia consiguió exportar productos por un valor de 18.419 millones de euros, en 2014 apenas se consiguió incrementar esta cantidad. Así, en este último año las exportaciones gallegas suponían el 32,6% del PIB (un punto menos que en 2013), arrojando una cifra de 17.825 millones de euros, lejos de aquel objetivo que se planteó de alcanzar el 40% del PIB regional. 


¿Qué nos depara 2015? Durante los dos primeros trimestres las exportaciones gallegas supusieron 9.185 millones de euros, una cantidad que representa casi el 52% de todas las exportaciones del 2014. Por lo tanto, es más que probable que las exportaciones gallegas aumenten ligeramente respecto a 2014. Pero, aún con todo, estas cifras estarán por debajo de lo que se espera obtener a nivel nacional por este indicador. Afortunadamente, las importaciones de Galicia, aunque reflejan un ligero aumento desde 2014, siguen siendo muy inferiores a nuestra capacidad exportadora. En consecuencia, es de esperar que la balanza comercial (diferencia entre el valor de nuestras exportaciones e importaciones) arroje un buen resultado para 2015, situándose en torno al 6,5% del PIB.

IMPACTO DE REBAJAS FISCALES
En materia fiscal se ha avanzado una rebaja de algunos de los impuestos que gestiona la Xunta de Galicia, especialmente el IRPF (con la introducción de nuevas deducciones fiscales sobre el tramo autonómico) y la aplicación de un mínimo exento de 400.000 euros en el Impuesto de Sucesiones y Donaciones para herencias en el grupo I y II de parentesco. A lo anterior hay que añadir las rebajas fiscales anunciadas por el Ejecutivo Central en el IRPF y el Impuesto de Sociedades para 2015. A pesar de la bondad de la mismas sería necesario determinar el impacto real de estas rebajas fiscales y si es el momento económico adecuado para plantearlas, sobre todo en un escenario donde todavía no se ha conseguido “meter en cintura” a la deuda pública. Por otra parte todavía está pendiente la realización de una verdadera reforma fiscal, ya que las medidas aprobadas estos dos últimos años son cambios puntuales en la fiscalidad directa. Si queremos contar con un sistema fiscal moderno es necesario una reforma en profundidad de los principales impuestos y no sólo rebajas parciales de los mismos.

FLEXIBILIDAD LABORAL  Y SOBRECUALIFICACIÓN 
La situación laboral en Galicia, aunque ha mejorado, todavía requiere un mayor impulso. Es cierto que la tasa de paro general en el tercer trimestre de 2015 (17,7%) es inferior al 20,9% que tuvimos en 2014. Sin embargo, es necesario tener en cuenta el tipo de empleo que se está creando. La mayor flexibilidad laboral ha provocado fuertes rebajas salariales y un empeoramiento de las condiciones económicas de los trabajadores. La tasa de desempleo en Galicia de los menores de 25 años en el tercer trimestre de 2015 es del 40,4% y para los menores de 20 años del 59,2%.  Además, las mujeres sufren una tasa de desempleo general dos puntos por encima que los varones y todo esto a pesar de que entre diciembre de 2014 y septiembre de 2015 en Galicia hay 41.000 parados menos. Además, entre 2011 y 2014 Galicia ha perdido 37.000 habitantes y muchos de ellos son trabajadores jóvenes altamente formados que se ven abocados a la emigración por la falta de oportunidades laborales y por las situaciones de subempleo. No es de extrañar, por lo tanto, que cada vez se produzca, con mayor intensidad, una sobrecualificación de la mano de obra en Galicia. 


Además, el número de hogares con todos sus miembros sin trabajo en Galicia es de 86.000. Si bien esta cifra arroja un sensible mejoría respecto a 2014, da mucho que pensar. Sobre todo porque es más que probable que se esté produciendo una salida de la crisis “a dos velocidades” y que no todos lo hagan con la misma intensidad. Es más, es posible que una parte importante de las familias gallegas no den salido de la crisis por lo menos a corto y medio plazo.

ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
Muy relacionado con el tema laboral se encuentra la variable demográfica. Finaliza 2015 y se sigue sin dar respuesta a cómo solucionar las altas tasas de mortalidad y bajas de natalidad de Galicia. Nuestras tasas de dependencia, envejecimiento y sobreenvejecimiento poblacional son de las más altas de toda España y esto genera un problema para el mantenimiento de la capacidad financiera de la Seguridad Social en nuestra Comunidad Autónoma. Si este problema ya existía cuando la economía gallega estaba en una senda de crecimiento, la situación actual es incluso peor. El ratio entre cotizantes a la Seguridad Social y pensionistas en Galicia es de 1,3, cuando a nivel nacional es de 2,1. Hay provincias, como Ourense, en las que hay más pensionistas que cotizantes y la tendencia seguirá empeorando. No parece que se estén llevando a la práctica iniciativas que corrijan esta situación y lo peor es que llevamos así casi tres décadas. El problema del envejecimiento demográfico en Galicia, suma y sigue.


Desde luego la última reforma laboral no ha permitido mejorar estos indicadores. Se ha avanzado mucho en la flexibilidad, pero muy poco en materia de seguridad laboral. Se ha tratado de importar el modelo danés de “flexiseguridad”, pero solo nos hemos quedado con el prefijo de este término. La seguridad laboral brilla por su ausencia. Eso sí, en flexibilidad laboral hay pocas economías europeas que nos ganen.

DÉFICIT DE INNOVACIÓN
Además, el tejido productivo gallego descansa en exceso sobre el sector servicios, tan vulnerable y dependiente de los ciclos económicos. Es cierto que este sector genera mucho empleo, pero no siempre este es de calidad. Sería necesario un cambio en el modelo productivo gallego. Esta demanda la venimos haciendo –no sin mucho éxito- desde hace años.  La I+D+i es una materia pendiente en Galicia. Hasta que no se apueste decididamente por ella, seguiremos siendo una economía que pivota sobre el sector servicios. No se entiende como Galicia no destine ni tan siquiera el 0,9% de su PIB a I+D+i, pero paralelamente se fije como objetivo alcanzar el 3% del PIB en 2020. Las cuentas no cuadran.


Es necesario apostar por nuevas iniciativas en el sector industrial, utilizando el capital humano que tenemos. Galicia no puede permitirse invertir en recursos humanos con alta preparación y luego perderlos. Nuestras tres universidades gallegas son un referente no solo a nivel nacional sino incluso en el ámbito internacional en materia de investigación y transferencia, pero nuestras empresas no son capaces de absorber a los titulados que generan. Seguro que todos conocemos casos de jóvenes sobradamente preparados que se han visto abocados a emigrar a otras CC.AA. (los más afortunados) y otros que se han tenido que marchar a trabajar fuera de España. Galicia no puede, no debe, sacrificar a la generación mejor preparada de su historia.

EN RESUMEN
Se puede decir que hay motivos para la esperanza. La recuperación económica está llegando, tarde, pero ya comienza a notarse. Puede que a diferente velocidad, pero está aquí. Sin embargo, quedan por acometer todavía importantes reformas económicas. Quizás sea el momento para reflexionar sobre las repercusiones de la crisis sobre el tejido económico de Galicia y tomar medidas que mejoren nuestra capacidad de adaptación para los próximos años. Es el momento para valorar qué se ha hecho mal y qué medidas conviene tomar para no caer en los mismos errores.
 

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