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El nivel de consciencia capacita a las personas en el desempeño de su rol profesional

PSICO

Desde el nuevo management o dirección de empresas se ha apostado por ser participes del desarrollo de los empleados como instrumento para una mejor adaptación de la empresa a la circunstancias cambiantes del mercado y como manera de retener y motivar a los empleados más valiosos. Se ha instaurado la cultura del ayudar/acompañar a alcanzar el siguiente nivel, siempre hablando de competencias profesionales.

Siempre he creído que la mayor fuerza que tiene un individuo para actuar y adaptarse al ambiente está en su monologo interior, en su consciencia. Entendida como la propiedad de reconocerse a sí mismo y lo que le rodea, y reflexionar sobre ello. Denominada en ocasiones como la conciencia, el entendimiento, el mundo interior, constituye un conjunto de funciones del cerebro, que se ha intentado explicar desde varias perspectivas. Está relacionada con conceptos tales como cognición, mente, psique, percepción, razonamiento, inteligencia, aprendizaje, creatividad y muchos otros procesos cognitivos. 

Así podemos decir que consciencia es siempre sinónimo de conciencia, pero conciencia no es siempre sinónimo de consciencia. Existen varias expresiones con el concepto conciencia que no son válidas para consciencia, como por ejemplo: un cargo de conciencia, tomar conciencia sobre algo, hacer algo a conciencia, etc.

Buscando el término en la RAE obtenemos los siguientes resultados.Del lat. conscientia.
1. f. Capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella. El coma consiste en la pérdida total de la consciencia.
2. f. Conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. Perdió la consciencia de lo que le estaba pasando.
3. f. Conocimiento reflexivo de las cosas. Actuó con plena consciencia de lo que hacía.
4. f. Psicol. Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.

Desde la psicología la consciencia es la cualidad o el estado de conocimiento de objetos externos o de algo interno a uno mismo. Puede ser definida como «capacidad para sentir», «subjetividad», «habilidad de experimentar o sentir», o como «control ejecutivo de la mente». A pesar de la dificultad al definirla, algunos filósofos consideran que hay una intuición generalizada sobre qué es.

La consciencia permite las funciones de raciocinio, que dotan al individuo de voluntad sobre en qué cosas va a emplear sus recursos, y de capacidad de recordar, que le permitirá refinar futuras acciones o la capacidad de transmitir a los demás, dotando con todo ello de voluntad al individuo. Por ello entendemos que la consciencia de un hecho (interno o externo) nos capacita para una respuesta satisfactoria.
En la filosofía, Descartes se planteó la duda metódica como vía de conocimiento, destacando la facultad del hombre de captar su propio pensamiento. Kant coincidía con Locke en cuanto a que el conocimiento nos llega desde afuera, mediante los sentidos, pero el orden de esos conocimientos lo determinan mecanismos internos de la consciencia. 

La introspección (del latín “introspectus (dentro del pecho)”) o inspección interna transmite la idea de “mirar al interior”. Se trata del conocimiento que el sujeto pueda adquirir de sus propios estados mentales, es decir, la capacidad de observarse y analizarse a sí mismo, interpretando y caracterizando sus propios procesos cognitivos y emotivos. La introspección o percepción interna tiene como fundamento la capacidad reflexiva que la mente posee de referirse o ser consciente de forma inmediata de sus propios estados.

Siempre han sido muchas las críticas vertidas hacia este método haciendo referencia a la subjetividad del mismo. Wilhelm Wundt (maestro de Freud) evoca la imposible “independencia” del observador para establecer una relación o “rapport” consigo mismo en tal proceso.

En coaching sabemos que la relación o “rapport” es una de las variables más influyentes en el resultado del proceso, y también conocemos las ventajas del coaching al denominado auto-coaching. Ya que nuestra consciencia, con sus creencias, valores y experiencia pasada en muchas ocasiones nos darán la clave para adaptarnos a las demandas internas y/o externas, pero en otras muchas ocasiones son las que nos dificultan una adaptación o resolución de problemas. Y tal como dijo A. Einstein: “No podemos resolver un problema desde el mismo nivel de compresión en el que lo creamos”.

No se puede negar por tanto que esa capacidad, la consciencia, es un potencial enorme para la adaptación y el desarrollo de las personas. Los autores de Gestalt Therapy: Excitement and Growth in the Human Personality, Paul Goodman y Ralph Hefferline, al explorar los fundamentos teóricos para la práctica de la terapia Gestalt, concibieron la consciencia como un fluir dinámico, por lo cual desecharon, al igual que otros autores humanistas, el concepto psicoanalítico de consciente/inconsciente, el cual resulta ser excesivamente rígido e inadecuado para describir y trabajar con los fenómenos que se observan en las sesiones. Los términos consistentemente utilizados son «aware» (consciente), «be aware» (darse cuenta) y “awareness” (toma de conciencia).
En el coaching la consciencia es el proceso de darse cuenta, y a través de muchas de las herramientas utilizadas como el espejo, la línea de vida, el DAFO, etc, es el punto de partida del cambio.

La consciencia requiere autoconocimiento, especialmente en lo que se refiere a saber cómo las emociones o los deseos distorsionan la percepción. La consciencia nos permite poder determinar qué es, en realidad, importante. Solo se puede gestionar aquello de lo que soy consciente, y aquello de lo que nos soy consciente me controla a mí. La consciencia me capacita. Sócrates, en la antigua Grecia ya formulaba el aforismo: “Conócete a ti mismo”. Más recientemente, han sido los expertos en inteligencia emocional y desarrollo de directivos los que han apuntado la importancia de que nos conozcamos mejor.

La consciencia, entendida como el conocimiento de uno mismo, constituye una importante dimensión de la inteligencia emocional. En definitiva, una persona emocionalmente inteligente, además de relacionarse bien con los demás y comprenderlos (habilidades interpersonales), se conoce y se relaciona bien consigo misma (aspectos intrapersonales).

Es improbable que podamos mejorar nuestro desempeño si no fuéramos conscientes de nuestras áreas de mejora, y de nuestras fortalezas en nuestro perfil profesional. Pero no se trata sólo de identificarlas sino también de reconocer y gestionar las emociones cultivando la confianza.

El desconocimiento de uno mismo puede llevarnos a encontrarnos barreras para nuestro desarrollo como: la incapacidad para reconocer errores, arrogancia, rechazo a las críticas,  persecución de objetivos poco realistas, entre otras. Por ello en los últimos años se han extendido herramientas como el Feedback 360º o métodos como el coaching ejecutivo en las empresas y organizaciones, con el objetivo de fortalecer el conocimiento que los profesionales y/o equipos tienen de sí mismos, y poder ser conscientes de las ventajas que conllevan las virtudes y de los problemas que acarrean los defectos. Esto los motivará  y guiará en su propio desarrollo.

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